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sábado, 14 de mayo de 2016

86.- LA VIRGEN DEL ROCÍO (15 E MAYO)




Denominada también la “Blanca Paloma” y “La Reina de las Marismas.

Es un advocación mariana venerada en la ermita de El Rocío, situada a tres leguas (unos 16,5 kms) del pueblo de Almonte (Huelva), al que pertenece.

La leyenda: 

Un hombre que había salido a cazar, hallándose en el término de la villa de Almonte, en el sitio llamado de La Rocina, advirtió por el ladrido de los perros que en aquella selva se ocultaba alguna cosa... vio entre las zarzas... una imagen de la Reina de los Angeles, de estatura natural, colocada sobre el tronco de un árbol. Vestíase de una túnica de lino entre blanco y verde, con una inscripción latina en la espalda que decía: Nuestra Señora de los Remedios.
Sacó en sus hombros la soberana imagen ...Pero como fuese su intención colocarla en la villa de Almonte, distante tres leguas,... se quedó dormido a esfuerzo de su cansancio y fatiga. Despertó y se halló sin la sagrada imagen...volvió al sitio donde la vio primero y allí la encontró como antes.

Vino a Almonte y refirió todo lo sucedido...salieron el clero y el cabildo de la villa y hallaron la santa imagen en el lugar...
La sacaron de entre la maleza y la pusieron en la iglesia mayor de la villa, entre tanto que en aquella selva se le labraba un templo. Hízose una pequeña ermita de diez varas de largo y se consagró el altar para colocar la imagen...Aforándose aquel sitio con el nombre de La Virgen de las Rocinas”. (1)

Los terrenos de la Baja Andalucía por ser anegados son de escaso valor para el cultivo, pero siempre han sido muy codiciados por su alto valor cinegético. En ellos cazaron el rey moro Almutámid y el castellano Alfonso X, el Sabio, tras su conquista en el siglo XIII. En las Cantigas de Santa María del rey Sabio aparece la primera referencia escrita a la ermita de las Rocinas. Lo que no sabemos es si ya estaba construida o la mandó construir el rey.
Los musulmanes hacían frecuentes racias por estos lugares, perdiéndose el rastro de la ermita de las Rocinas.
En el siglo XIV en un pleito entre Almonte, Moguer y Niebla aparece un testamento de Urraca Fernández, vecina de Niebla, para la obra de Santa María de la Rocina. También el Libro de la Montería de Alfonso XI habla de la ermita de Santa María de las Rocinas. En 1587, Baltasar Tercero Ruiz fundó una capellanía en la ermita de las Rocinas.
Sabemos, por tanto, que ya desde el siglo XIII existía una ermita dedicada a Santa María de las Rocinas.
Esta ermita duró hasta el terremoto de Lisboa del año 1755, cuando quedó destruida y la imagen de la Virgen fue trasladada al pueblo de Almonte, durante el tiempo de restauración de la ermita. Una vez concluida, en 1758, la imagen fue devuelta a su lugar de origen.

La Hermandad Matriz
En el siglo XV se creó la Hermandad bajo la protección del clero y de la Corporación Municipal de Almonte con el nombre de “Cofradía de Nuestra Señora de las Rocinas”.
Sus funciones son: Difundir la devoción a la Virgen del Rocío. Organizar la fiesta y la romería del Rocío. Cuidar la ermita, custodiar la imagen, sus vestidos y exvotos. Aceptar las filiales de la Hermandad, evitando que se desvirtúe el profundo significado de la religiosidad popular de la Romería.
La Hermandad ha heredado todas las atribuciones que ostentaron, en otros tiempos, el clero y el Ayuntamiento de Almonte. Es un modelo de asociación fuertemente arraigado en la Comunidad de Andalicía.

La imagen
La escultura, de poco más de un metro de altura, es de principios del siglo XV y, según el relato mítico (Infante Galán 1971) era una imagen gótica que habría sido escondida por los crtistianos, en el tronco de un acebuche, para evitar su profanación.
Cuando fue encontrada, dado su deterioro, fue preciso restaurarla. El Niño no es el primitivo porque un caballero se lo llevó a América y donó esta copia.
A mediados el siglo XVII, en una nueva restauración, la imagen primitiva quedó embutida en la que se venera en la actualidad y se la empezó a vestir según el estilo de la época, que era el barroco.No existe ninguna descrpción fidedigna de la imagen desvestida. Sólo son visibles las manos y el rostro.
Es vestida por las camaristas en la más estricta intimidad, con dos tipos de vestidos: de Reina o de Pastora. El secreto es guardado de madres a hijas.

La romería del Rocío
El fervor creciente de los almonteños y pueblos vecinos por la Virgen del Rocío hizo que la Hermandad reglara las celebraciones en honor de la Patrona de Almonte, determinando que la romería se haría una vez al año el 2º día de la Pascua de Pentecostés.
La romería del Rocío es un fenómeno mezcla de religiosidad popular muy arraigada y folclore que, a mediados del pasado siglo, era regional y poco conocida y después ha tenido un crecimiento asombroso, pasando a ser una de las más importantes de España, que congrega cada año a más de un millón de personas (2).

El camino
Durante año 2016 son 117 las Hermandades filiales que hacen el camino. Proceden sobre todo, de la Comunidad de Andalucía, pero también de otras comunidades.
Cada hermandad hace el camino, desde el lugar de origen hasta la ermita del Rocio, acompañando a su carreta, carro de gran tamaño, entoldado en forma semicircular y con vistosos adornos, tirado por bueyes.
Muchos peregrinosos, españoles y extranjeros, principalmente portugueses, hacen el camino por su cuenta o unidos a alguna de las múltiples hermandades. Los “caballistas”, hombres o mujeres, solos o en pareja, ellos vestidos de traje corto, y ellas de amazonas, si van solas, o vistiendo el vistoso traje rociero, si van de acompañante, escoltan al Simpecado.
La salida desde cada pueblo va acompañada de un espectacular despliegue de cohetes, canciones y el mayor lujo posible en los atavíos de personas, animales y vehículos.
Durante el camino el canto por sevillanas, la flauta y el tamboril, unidos a las palmas y olés en honor de la Virgen ponen una estampa de alegría y devoción en los campos de Andalucia. Las paradas nocturnas son especialmente emotivas, las carretaas se colocan en círculo y se forman grupos alrededor de la hoguera, se comparte la comida y la bebida. A la luz de las hogueras abunda el cante y el baile al son de las guitarras, del tamboril y la flauta. El momento culminante es el canto de la Salve Rociera que pone punto final al día.  
Tras varios días de lento y agotador camino, todos los romeros llegan el sábado a la Aldea del Rocío, epicentro mariano que mueve y conmueve a hacer el camino, y todas las hermandades, con sus simpecados a la cabeza, hacen su presentación ante la puerta del santuario de la Reina de las Marismas.

El Simpecado
Es el estandarte de cada hermandad. Ostenta la figura de la Virgen del Rocio, bordada ricamente en metales nobles, se custodia en la sede de cada hermandad. Para el camino, cada hermandad adorna una carreta, tirada por bueyes, en la que colocan su Simpecado.

La Procesión del lunes de Pentecostés
El punto álgido del fervor colectivo tiene lugar en la noche del domingo al lunes de Pentecostés. Una multitud de más de un millón de personas se han reunido para acompañar a la La Virgen del Rocío en su procesión por las calles de la aldea.
Dentro de la ermita, la imagen de la Virgen, adornada para la procesión, está separada por una verja de hierro. Los jévenes almonteños rodean la verja, uno tras otro intentan trepar por la verja u uno tras otro son retenidos por sus compañeros hasta que uno lo consigue. Una vez dentro, se produce el asalto ritual, se consigue abrir la verja y todos corren hacia la imagen que les espera en su paso (3) fuertemente apuntalada.
Con el espectacular “salto de la reja” comienza la procesión por las calles de la aldea a hombros de los almonteños. El recorrido se inicia cuando la Virgen es acariciada por el primer rayo del sol y avanzará, entre los aplausos y gritos de “Viva la Virgen del Rocío”(4)“Viva la Blanca Paloma”, “Viva la Reina de las Marismas”, terminando bien entrado el día, poniendo fin a la peregrinación y los peregrinos iniciando el camino de vuelta a sus hogares.

Traslados a la villa de Almonte
Existe la costumbre centenaria de trasladar a la Virgen del Rocío desde su aldea al pueblo de Almonte cuando sucede algo especial como epidemias, guerras, sequías o malas cosechas con su inevitable consecuencia del hambre.
La imagen permanece en el pueblo mientras se celebran los cultos y, una vez terminados, es devuelta a su ermita.
En 1607 se efectuó el traslado por causa de una sequía. No existe documentación sobre traslado anteriores; con posterioridad, ha sido trasladada en múltiples ocasiones.

El Rocío Chico
En 1949, Almonte decide que su Virgen del Rocío visite la villa cada siete años.
El traslado se efectúa en el mes de agosto y se conoce con el nombre de El Rocío Chico.
La imagen viaja tapada para protegerla del polvo del camino. Las ancianas del lugar, conocidas como las abuelas almonteñas” portan los adornos. Llegados a Almonte, colocan la imagen en un lugar elevado y las camaristas (5) quitan la protección del guardapolvo. Según la tradición el velo que cubre el rostro de la Virgen debe quitarse con el primer rayo del sol. Es el momento de disparar las salvas de cientos de trabucos y escopetas en honor de la Virgen del Rocío.
La imagen permanece en Almonte nueve meses; dos semanas antes de la Romería del Rocío, vestida de reina, sale en procesión por las calles del pueblo. Pasada la primera semana, es vestida de pastora y trasladada a la aldea de El Rocio para celebrar allí la Romería del Rocío.

(1) Libro de reglas de la Hermandad de Almonte, 1758, citado en El Rocío, fe y alegría de un pueblo.
(2) María Teresa Pérez Cano, Eduardo Mosquera Adell, La protección del patrimonio edificado: catálogo de bienes inmuebles del Municipio de Almonte, Universidad de Sevilla, 2006, pág. 57. 
(3) Plataforma der madera recubierta de plata con seis varales que sostienen el dosel rígido y al que están atornillados firmemente.
(4) El cambio de Rocinas a Rocío se produjo a finales del siglo XVII aceptando el espíritu barroco y poético de la época. Por el mismo motivo se aceptó el de Paloma, símbolo del Espíritu Santo que descendió sobre los apóstoles el día de Pentecostés.
(5) El cargo de camarista, desempeñado por almonteñas, es considerado un gran honor y se transmite por parentesco.







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