En
las Sagradas Escrituras, el nombre expresa el papel de cada ser en el
universo. Dios culmina la creación poniendo nombre a las criaturas,
día, noche, cielo, tierra, mar (Gén 1,3-10) o encargando a Adán
que ponga nombre a cada uno de los animales (Gén 2,20).
Entre
los seres humanos el nombre dado en el nacimiento puede expresar la
actividad, las circunstancias del nacimiento o el porvenir previsto
por los padres. Así
No
tener nombre es carecer de valor (Job 30,8).
Tener
varios nombres refleja la importancia del que tiene varias
funciones.
Cambiar
el nombre a alguien es darle un nueva personalidad o nueva
misión. Así Dios cambia el nombre de Abraham, “ya no te
llamarás Abram sino Abraham porque serás padre de muchos
pueblos” (Gén 17, 5), de Jacob“en adelante, no te
llamarás Jacob sino Israel” (Gén 32,28), de
Pedro “Bienaventurado tú, Simón Bar Jona... yo te digo
que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt
16, 17-18).
Cuando
la misión es divina, el nombre viene del cielo , “tu mujer
te dará un hijo, al que pondrás por nombre Juan”(Lc
1,13); “concebirás y darás a luz un hijo, a quien pondrás
por nombre Jesús (Lc 1 31).
Significado
del nombre de María
En
la Sagrada Escritura encontramos varios nombres que, en sí mismos,
expresan la naturaleza o la misión de las personas.
En
el AT, por ejemplo:
Adán
significa significa “sacado de la tierra”.Eva, “madre
de los vivientes”. Abraham, “padre de los
creyentes”.
En
el NT: Simón pasa a ser Pedro,(Mt 16,
17-18), Petrus viene de “petra”(piedra),
porque Pedro va a ser la piedra sobre la que Jesús edificará su
Iglesia.
¿Qué
pasa con el nombre de María? ¿Podemos suponer que,
igual que el de los personajes comentados, el nombre de María
expresa por sí mismo la identidad de la persona o de la misión que
llevará a cabo? En efecto, creemos que Dios ha dado a María un
nombre elegido, preferido y el más apropiado para describir lo que
Ella es y la sublimidad de su misión.
Señalemos
que el nombre no fue cambiado, el mismo aparece en el libro del Éxodo
15,20-21: Miryam
= María y en el
evangelio: “Fue enviado el ángel Gabriel, de parte de Dios...a
una virgen.. y el nombre de la virgen era María”(
Lc 2,26-27).
Para
saber si el nombre de María expresa su identidad o la misión que
realizó en su vida, indaguemos en la etimología.
Etimología
del nombre de María
1.-
El nombre y la identidad
En
el libro del Éxodo 15, 20-21, aparece Miryam, hermana
mayor de Moisés y de Aarón, que atraviesa las aguas del
Mar Rojo, lleva un tímpano en sus manos, va seguida por todas las
mujeres y tocan, danzan y cantan a Yavé.
Entre
los muchas significados que se han dado de la palabra Miryam, escojo
a tres:
1º.- Miryam significa “Amada
de Yahvé”: Miryam,
como toda su familia son israelitas que viven en Egipto como
esclavos. No es extraño que algunos vinculen el nombre de Miryam a
la palabra Mari-Yam, que
significa “amada de Yahvé” (la raíz MR = amar,
y Yam sería una equivalencia de Yah, abreviatura de Yahvé).
2º.- Miryam significa “Señora”, “Dueña” o “Soberana”, su
raíz es el verbo arameo Marah. Esta
palabra era conocida por los esclavos israelitas en tiempos
de Moisés y seguramente por eso dieron el nombre de Miryam a su
hermana. Este es el significado más apoyado por los Padres
de la Iglesia.
3º.- Miriam
significa Luz deYahvé: Los
autores recogen una etimología antigua que vincula el nombre de
María con los vocablos hebreos “Mir”,
contracción de Me'ir (el que ilumina), el verbo 'or (brillar)
y Yam (abreviatura
de Yahvé), así Miryam significaría Luz
de Yahvé.
Según San
Beda el Venerable, Miryam significa en hebreo “Estrella
del Mar” y en siriaco “Señora”. Estrella del
mar será el apelativo que, más tarde, recogerán las Letanías
lauretanas llamando a la Virgen Stella Maris.
“Como
la estrella del mar orienta a los navegantes para que lleguen a
puerto, así María dirige a los cristianos a la gloria” (Santo
Tomás).
2.-
El nombre y la misión
En
la Historia de las Salvación Dios pone o cambia el nombre a las
personas que destina a una misión importante. La Virgen María tuvo
la misión más alta que puede tener una mujer: Ser
la Madre de Dios. “Concebirás
y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será
grande y llamado Hijo del Altísimo” (Lc 1,31-32). Por
eso “todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lc
1,48).
En
María, por ser la Madre del Señor, se cumplen perfectamente los
tres significados apuntados anteriormente.
1º.-María
es la “amada de Yahvé”: Tanto la amó que, ya
antes de nacer, en previsión de su futura maternidad, la llenó de
gracia y hermosura. A nadie como a María se pueden aplicar las
palabras del Cantar de los cantares: “¡Oh, la más hermosas de
las mujeres” (1,8), “¡Qué hermosa eres, qué
encantadora, qué amada, hija deliciosa! (7,7).
Tanto amó Dios a María que la llenó de gracia y así la rezamos y
cantamos los creyentes: Llenas eres de gracia.
2º.- María
es la “Señora, Reina y Soberana” por
ser la Madre de Jesús. La joven virgen, la ciudadana desconocida de
Nazaret acepta la propuesta del Angel y se convierte en la Madre del
Hijo de Dios, con estas palabras: “He aquí la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).
La
humilde esclava es elevada a Madre de Dios, a Reina por ser la Madre
del Rey y a Señora por ser la Madre del Señor. Su hijo Jesús es
Dios, Rey y Señor.
No
fue fácil la vida de María a pesar de ser la Madre de Dios o
precisamente por eso. Indiquemos, muy a grandes rasgos, que:
*
María dio a luz a su Hijo en unas condiciones de suma pobreza.
*
María tuvo que huir a Egipto para proteger a su Hijo de las tiranía
del rey Herodes.
*
María intercedió ante Jesús
para evitar el sonrojo de los novios en las bodas de Caná.
*
María acompañó a su Hijo camino del calvario, vio cómo era
clavado en la cruz, recibió sus últimas palabras: “Jesús,
viendo a su Madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí,
dijo a su Madre: Mujer, he ahí a tu hijo”(Jn 19,26) y recibió
en sus brazos el cuerpo inerte de su Hijo. Se cumplió la profecía
del anciano Simeón: “una espada atravesará tu alma” (Lc
2,35) y María pasó a ser la Madre
Dolorosa, la mujer fuerte que afrontó su destino, en un
mar de amargura, pero con la fe y la esperanza plenas en la Palabra
de Dios.
3º.- María
es la Luz de Yahvé: Sabemos y confesamos que Cristo
es “la luz verdadera que... ilumina a todo hombre”(Jn
1,9). Cristo mismo se revela como Luz: “Yo soy la Luz del
mundo, el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de
vida (Jn 8,12).
Los
dos reinos: el de la Luz y el de las tinieblas
En
el mundo hay un enfrentamiento permanente entre la luz y las
tinieblas. “La luz luce en las tinieblas, pero las
tinieblas no la acogieron” (Jn 1, 4). Dos reinos
enfrentados, el Reino de la Luz, calificado como el reino de la
justicia, del amor y de la paz y el reino de las tinieblas,
calificado como reino del mal y de la impiedad. Todo ser humano debe
escoger el reino al que quiere pertenecer. La humanidad se divide en
“hijos de la luz” e “hijos de las tinieblas”.
En
el Reino de la luz María es la “amada de
Dios” la “elegida” para ser su Madre.
Ea elección coloca a María en el puesto más cercano a la Luz,
desde allí la reverbera hacia los que pertenecen o quieren
pertenecer al Reino de la Luz o Reino de Cristo. María es “la mujer vestida de sol” (Apoc 12,1), la Estrella de
la mañana, la Aurora que anuncia la llegada del
Sol.
Con
todo derecho María es “luz de Dios”, la transmisora
perfecta de la Luz de Cristo, la “amada de Dios”, la mujer por
excelencia, el excelso prototipo de mujer y de madre, en Ella
confluyen la mayor dignificación de la mujer y de la madre de todas
las culturas.
El
poder de María
Todo
lo que María es y posee le viene dado por Dios; el poder de María,
con todo lo excelso que es, no pasa de ser un poder otorgado para ser
ejercido en bien de los hijos de Dios. Podemos decir que Dios es
Omnipotente en virtud de su divinidad y María es
llamada “omnipotencia suplicante”, en virtud del
poder otorgado por Jesús a las súplicas de su Madre.
Metafóricamente,
Cristo es la fuente de la gracia, María el acueducto y los que a
Ella recurren los beneficiados. O, como alguien ha dicho: Cristo es
la cabeza, María el cuello y la Iglesia el cuerpo.
Los
hijos de la Luz
Los
que hemos escogido el Reino de la Luz ahora “somos luz en
el Señor”, como dice San Pablo en su carta a los efesios
(5,8) y tenemos una linea de conducta: “vivir como hijos de
la Luz”.
Tenemos
que cruzar el mar de la vida, con sus tiempos de calma chicha y de
furiosa tempestad, de alegrías y de tristezas, de salud y de
enfermedad, de riqueza y de pobreza.
Los
“hijos de la Luz” no hacemos la travesía en solitario y a
obscuras, siempre nos guía y precede el Señor con su luz admirable;
siempre nos acompaña María, la Madre bondadosa que siempre acoge y
anima, siempre escucha y consuela; María, la Reina y Señora de
nuestros corazones, la Estrella de los mares guía nuestros pasos
hacia la eternidad.
¡Ojalá
que el santo y dulce Nombre de María esté siempre en nuestro
corazón y en nuestros labios!
Oración
a María
Oh
María, elegida por la mano de Dios amorosa
y
con todos sus dones adornada,
vaso
de oro en humildad de esclava,
maravillas
hizo en Ti su diestra poderosa.
¡A ti, gloria y alabanza por siempre!
Oh,
María, gloria de la humanidad,
modelo
de fe, sencillez y generosidad,
voluntaria
cooperadora de Dios.
manantial
de Luz que al mundo iluminó.
¡A
ti, gloria y alabanza por siempre!
Oh,
María, faro esplendoroso,
nuestra
vida, dulzura y esperanza;
suplicantes,
elevamos a ti nuestros ojos,
vuelve
a nosotros los tuyos, misericordiosos.
¡A
ti, gloria y alabanza por siempre!
Oh,
María, salud de los cuerpos heridos,
consuelo
de los hijos afligidos,
refugio
de corazones doloridos,
descanso
y solaz de los a ti rendidos.
¡A
ti, gloria y alabanza por siempre!
Oh,
María, pues de todos eres Madre,
con
tu manto de amor cúbrenos
y,
unidas nuestras manos, llévanos
a
Jesús, al Espíritu y al Padre.
¡A
ti, gloria y alabanza por siempre! Amén
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