“En
el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel, de parte de Dios, a una
ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un
varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la virgen
era María. Y, presentándose a ella, le dijo: Salve, llena de
Gracia, el Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras y
discurría qué podría significar esta salutación.
El
ángel le dijo: No temas, María, porque has hallada gracia delante
de Dios, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien
pondrás por nombre Jesús.
El
será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios
el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los
siglos, y su reino no tendrá fin” (Lc
1, 26-33).
María,
Arca de la alianza
“Yavé
me dijo: Labra dos tablas de piedra como las primeras y sube donde mí
a la montaña; hazte también un arca de madera. Yo escribiré en las
tablas las palabras que había en las primeras que rompiste y tú las
depositarás en el arca. Hice un arca de madera de acacia, labré dos
tablas de piedra como las primeras y subí a la montaña con las dos
tablas en la mano. El escribió en las tablas lo mismo que había
escrito antes, las diez Palabras que Yavé había dicho en el monte,
en medio del fuego, el día de me
las entregó. Yo bajé del monte, puse las tablas en el arca que
había hecho y allí quedaron, como me había mandado Yavé”. (Dt
10, 1-5)
El
Arca de la alianza, en el Antiguo Testamento, tiene un sentido
litúrgico:
Es
el signo visible de la presencia de Yavé en medio de su pueblo. En
él se guardan las tablas de (I Re 8.9).
El
Arca, albergada bajo la tienda, es el santuario móvil que acompaña
al Israel nómada, desde los orígenes a la partida del Sinaí hasta
la construcción del templo de Jerusalén por Salomón, entonces
quedará fija y será el corazón del culto judío. Sobre la tienda y
sobre el Arca desciende la gloria de Yavé, en forma de nube o de
sombra (Ex 40,34-38)
Aplicación
a María de la imagen del Arca.
En
la anunciación: la sombra del Altísimo. “El
Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te
cubrirá con su sombra” (Lc
1,35).
Comparemos
con el texto del Exodo 40,35: “La nube cubrió la
tienda de la reunión y la gloria de Yavé llenó la morada”.
Doble
presencia de Yavé: dinámica, porque Yavé baja y consagra la
tienda; estática, porque la gloria de Yavé se queda habitando en la
tienda. San Lucas aplica a María, en la encarnación, la teología
de la nube que consagra y llena la tienda. Así, María es cubierta
por el poder de Dios, la fuerza del Altísimo realiza el misterio de
la encarnación (presencia dinámica). María, al igual que la tienda
del Arca, queda llena de la gloria de Yavé y todo su ser es el nuevo
santuario; Dios se queda en María como la gloria de Yavé se quedó
en la tienda del Arca (presencia estática).
María
es el nuevo templo de Dios, signo de salvación en medio de los
hombres. Como
el Arca era el centro del antiguo Israel, María lo es del nuevo
Pueblo de Dios. Su maternidad divina es la prueba fehaciente de que
Dios mora en ella y de que ya ha empezado la salvación. Desde María
se difunden a toda la humanidad los frutos de esta salvación, porque
ella está en íntima unión con su Hijo y coopera maternalmente a su
obra. El Hijo opera la salvación a través de las palabras y los
gestos de su madre.
María
es la mujer victoriosa que,
comparada con el Arca de asegura
al Pueblo de Dios la victoria definitiva sobre el mal. La era de la
salvación comienza con María que, por ser de
Dios, tiene la misma misión que su Hijo: llevar la salvación a toda
la humanidad.
Eh
aquí dos oraciones relacionadas con el tema de :
V. He
aquí la esclava del Señor. R.
Hágase en mi según tu palabra. Avemaría.
V.
Y el Verbo se hizo carne. R.
Y habitó entre nosotros. Avemaría.
V.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, R.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor
Jesucristo.
Oración: Te
suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas para que
los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de
tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria
de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén
REGINA COELI (2)
V.
Alégrate, Reina del cielo; aleluya. R.
Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.
V.
Ha resucitado, según predijo; aleluya. R.
Ruega por nosotros a Dios; aleluya.
V.
Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya. R.
Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.
Oración: Oh
Dios que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su
Madre, , alcancemos el gozo de la vida eterna. Por el mismo
Jesucristo Nuestro Señor. R.
Amén.
(1) Se reza al mediodía durante todo el año, excepto en tiempo pascual
que se sustituye por el Regina Coeli.
(2) Se reza en lugar del Angelus en el Tiempo Pascual desde la Vigila Pascual
hasta el medio día del sábado de Pentecostés.
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