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sábado, 13 de julio de 2013

62.- NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN



Desde el Brasil partió la imagen de la Virgen de Luján, hoy venerada en la Basílica. Los acontecimientos se remontan al siglo XVII, cuando Antonio Farías Saa, un hacendado portugués afincado en Sumampa (actual provincia de Santiago del Estero, Argentina), escribió a un amigo suyo de Brasil para que le enviara una imagen de la Virgen en cuyo honor quería levantar una ermita. Le envió dos imágenes, las cuales llegaron al puerto de Buenos Aires en sendos cajones.
En el año 1630, una caravana de carretas, salía de Buenos Aires rumbo a Sumampa llevando las dos imágenes, que hoy conocemos como “de Luján” y “de Sumampa”. La primera representa a la Inmaculada y la segunda a la Madre de Dios con  el niño en los brazos.

¡Aquí me quedo!, decidió la Virgen.
La caravana acampó al atardecer y emprendió su ruta al amanecer para cruzar el río Luján, pero la carreta que llevaba las imágenes no pudo ser movida del lugar, a pesar de añadirle otras yuntas de bueyes. Pensando que el exceso de peso era la causa del contratiempo, descargaron la carreta pero ni aún así la misma pudo ser movida. Preguntaron entonces al carretero sobre el contenido del cargamento. "Al fondo hay dos pequeñas imágenes de la Virgen”, respondió.
Descargaron uno de los cajoncitos, pero la carreta no se movió. Subieron ese cajoncito y bajaron el otro, y los bueyes arrastraron sin dificultad la carreta. Cargaron nuevamente el segundo y nuevamente no había quien la moviera. Repetida la prueba, desapareció la dificultad. Abrieron entonces el
cajón y encontraron la imagen de la Virgen  Inmaculada que hoy se venera en Luján.
De común acuerdo, se decidió llevar el pequeño cajón a la vivienda más cercana, la de la familia de Don Rosendo de Oramas, en la actual localidad de Zelaya, donde la imagen fue colocada en lugar de honor. Enterados del prodigio, muchos vecinos acudieron a venerar la imagen y, al crecer la concurrencia, Don Rosendo le hizo construir una ermita donde la Reina de los Cielos permaneció hasta 1674. Se la llamó la “Patroncita Morena”.

El negro Manuel
Un esclavo negro iba en la caravana y fue testigo de lo sucedido. Viendo sus patrones el intenso amor que demostraba a la Virgen, lo destinaron al exclusivo cuidado de la imagen, lo que hizo hasta su muerte. Se encargaba del orden en la ermita y de los vestidos de la Virgen, dirigiendo los rezos de los peregrinos. Al fallecer Don Rosendo, su estancia quedó abandonada, pero Manuel continuó el servicio que se había impuesto.

La señora Ana de Matos
Era la viuda del capitán español Marcos de Sequeira, propietaria de una estancia ubicada sobre la margen derecha del río Luján, solicitó al administrador de Don Rosendo la cesión de la imagen de la Virgen de Luján, le aseguró el cuidado y la construcción de una capilla digna. Juan de Oramas, el apoderado, aceptó la oferta y doña Ana de Matos le pagó por la cesión de la imagen.
Feliz de haber logrado su propósito, la instaló en su oratorio, pero a la mañana siguiente, cuando se dirigió allí para rezar, descubrió con asombro y angustia que la Virgen no estaba en su sitio. El hecho se repitió varias veces hasta que, el obispo de Buenos Aires, fray Cristóbal de Mancha y Velasco, y el gobernador del Río de la Plata, don José Martínez de Salazar, organizaron el traslado en forma oficial y con todos los honores que merecía Nuestra Señora, acompañada por doña Ana y el negro Manuel.
De este modo la Virgen permaneció en su nueva residencia y se autorizó oficialmente el culto público de la “Pura y Limpia Concepción del Río Luján”. 

El origen a la parroquia.
Los peregrinos aumentaron notablemente. En 1677 la señora de Matos donó el terreno donde hoy se levanta la Basílica. En 1684 llegó a Luján el sacerdote Pedro de Montalvo. Sumamente enfermo, pidió a la Virgen su curación, por lo que, habiéndola obtenido, quedó como primer capellán, dedicándose por completo a su culto. Pedro Montalvo pertenecía a una noble familia y gozaba de vastas e influyentes relaciones. Con mucho entusiasmo se dedicó a la terminación de la capilla con la ayuda de sus relaciones y de las autoridades coloniales, quienes venciendo obstáculos de toda índole, tuvieron la  satisfacción de inaugurar en 1685 el nuevo Santuario, al que se trasladó la imagen en solemne Procesión, el 8 de diciembre.  
Luján, el pueblo de la Virgen, fue creciendo en importancia y se le otorgó el título de Villa. Alrededor de la capilla surgía una población para atender a los peregrinos que acudían de lejos. En vista de ello, el Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires constituyó la Parroquia de Nuestra Señora del Río Luján el 23 de octubre de 1730 y designó al P. José Andújar como su primer párroco.

Don Juan de Lezica y Torrezuri
En 1737 vivía en Bolivia un español, Don Juan Lezica y Torrezuri, español nacido en Vizcaya, quien seriamente enfermo y desahuciado por los médicos, viajó hasta Luján
para pedir su curación. Comenzó una novena a los pies de la Virgen, con el único remedio de beber agua traída de un manantial, mezclada con el aceite de la lámpara
de la capilla. El milagro se produjo y, agradecido,  decidió levantar un templo a María Santísima. El obispo Mons. Marceliano y Agramont lo nombró "Fundador, bienhechor síndico del Santuario de Nuestra Señora de Luján". Las obras duraron 8 años y se concluyeron en 1762.


La primera divisa
El 27 de Junio de 1806, los ingleses invadieron Buenos Aires; el domingo 1º de Julio se prohibió la celebración de los cultos a Nuestra Señora del Rosario con la solemnidad acostumbrada y el Capitán de Navío de la Real Armada D. Santiago de Liniers y Bremont hizo voto solemne a Nuestra Señora ofreciendo las banderas que se tomasen al invasor de reconquistar la ciudad, firmemente persuadido de que lo lograría.
Don Juan Martín de Pueyrredon comienza a reclutar voluntarios por los establecimientos rurales de Pilar, Varadero, Morón, Salto, Arrecifes y Luján.
El 28 de Julio de 1806, los paisanos se reunieron en Luján. Después de la Misa, recibieron del Cabildo local el Real Estandarte de la Villa, que en una de sus caras tenía la imagen de la Virgen y en la otra las armas de la Corona, para usarlo frente a las tropas. A falta de escapularios, el cura les entregó dos cintas de color celeste y blanco, las cuales, por carecer de uniformes, servían de identificación entre los voluntarios. La Virgen de Luján y sus colores, celeste y blanco fueron la divisa en la reconquista.

El P. Jorge María Salvaire
En 1872, llegó a Lujuán como párroco el P. Jorge María Salvaire, de origen francés.
Dos años después, sus superiores le ordenaron ir a las misiones entre los indios, éstos le acusaron de haber llevado la viruela, lo apresaron y lo condenaron a morir lanceado. 
El se confió a la Virgen y le prometió dedicar su vida a publicar sus milagros y engrandecer su santuario si se salvaba. Al instante apareció un joven indio, hijo del cacique, y echó su poncho sobre el Padre, en señal de protección. Ese indio lo reconoció a Salvaire (le había salvado la vida en días pasados) y le concedió la libertad. Fiel a sus promesas, el P. Salvaire redactó su monumental "Historia de
Nuestra Señora de Luján”, publicada en 1884. En 1886 viajó a Europa y allí hizo confeccionar una corona para la Virgen. La hizo bendecir por el Papa León XIII quien concedió la autorización para la celebración de su fiesta propia. El 8 de Mayo de 1887 se realizó la Coronación Pontificia de manos de Mons. de Aneiros. 

Construcción de la actual Basílica.
En ese mismo año de 1887 se colocó la primera piedra del nuevo templo.. Desde el punto de vista humano era una pretensión descabellada: Argentina padecía una aguda crisis económica, además estaba inmersa en una ofensiva laicista: obligatoriedad de la escuela laica, matrimonio civil, extrema escasez de clero.
¿Cómo lanzarse en esas circunstancias a una obra de tal envergadura? El P. Salvaire confiaba en la Providencia. Poco tiempo después, Monseñor Federico Aneiros daba respaldo financiero al proyecto. ¡Cuántas veces el padre Salvaire los sábados partía hacia Buenos Aires, a mendigar dinero a sus amigos para pagar a los constructores! 
En 1889 falleció el P Salvaire y le sustituyó el P. Vicente María Dávani C. M., haciéndose cargo de la terminación de la Basílica en 1922.


El Tricentenario.
El 5 de Octubre de 1930, reunidos los tres Jerarcas de la Iglesia de Argentina, el Uruguay y el Paraguay se proclamó el Patronazgo de la Virgen de Luján sobre las tres naciones. Momento de indescriptible emoción y de júbilo fue aquel en que, al recabar a los presentes el juramento de vasallaje, un "Sí, juramos", estentóreo, vibrante y leal partió de mil bocas atronando los espacios.
Visitantes ilustres
En una larguísima serie de visitantes ilustres, entre ellos muchísimos próceres argentinos y dignatarios eclesiásticos, se destacan ilustres eclesiásticos como Juan Mastai Ferreti y el Cardenal Eugenio Pacelli, más tarde consagrados Papas con el nombre de Pío IX y Pío XII. El 11 de Junio de 1982, en plena guerra de las Malvinas, el Papa Juan Pablo II oró ante la Virgen de Luján, a quien entregó la Rosa de Oro.
Es una rama de rosal con hojas, flores y pimpollos, realizado en oro puro y colocada en un vaso renacentista de plata, todo resguardado en un estuche de oropel ornado
con el escudo del Papa. En Abril de 1987 nuevamente Juan Pablo II visitó el
Santuario de Luján, donde oró por la paz.


La Virgen de Luján escondida en la finca de la familia Tabacco
Fue el año 1955 un año de persecución contra la Iglesia, quema de templos y prisión de numerosos obispos, sacerdotes y laicos católicos. Se hablaba incluso de provocar, mediante una completa intervención del Estado, una ruptura de las relaciones con Roma y la creación de una Iglesia Nacional, dirigida por una  burocracia revolucionaria.
Temiendo que se diera aquel paso, en la noche del 22 de Agosto, el Cura Párroco de Luján sacó del trono inseguro de su camarín la auténtica e histórica Imagen de la Virgen, reemplazándola por una réplica. Se escribió el acta de lo efectuado y  fue
depositada la imagen en un cajón junto con el acta.
Un viejo automóvil partió esa noche, con tres sacerdotes hacia la finca de la familia Tabacco. Los dos ancianos tomaron la responsabilidad de mantener oculta la verdadera Imagen, jurando silencio.
Tras la caída del régimen imperante, el Domingo 27 de Noviembre, la imagen volvió  a su Basílica y  los señores Tabacco fueron obsequiados con la replica de la Imagen que había sustituido esos meses en el Camarín a la auténtica, por ellos custodiada.

 Festividad
Se celebra el 8 de mayo y el 8 de diciembre. Hay que resaltar las numerosas peregrinaciones al Santuario de Nuestra Señora de Luján. La primera fue organizada, el 29 de octubre de 1893, por el padre redentorista Federico Grote, fundador de los Círculos Católicos de Obreros. Esta peregrinación se ha realizado ininterrumpidamente hasta nuestros días.
La más famosa de las peregrinaciones es la Peregrinación Juvenilpie a Luján. La primera se realizó en octubre de 1975 con unos 30.000 jóvenes, que han ido aumentando hasta llegar a más de un millón y ser la mayor manifestación anual de la fe en Argentina.
Profunda alegría y sana envidia me dan estos jóvenes a los que, no pudiendo acompañar físicamente, lo hago con el corazón.


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