DÍA 25 DE ABRIL
Ntra. Sra. del Buen Consejo |
La
devoción a Ntra. Sra. del Buen Consejo tiene su origen en dos puntos
geográficos de dos naciones, en Shkodër de
Albania y Genazzano de Italia.
Vamos
a ver lo que cuenta la historia (o, en parte, leyenda) sobre esta
hermosísima devoción.
SHKODËR
(1)
Es
una ciudad de Albania que albergaba un fresco de Santa María de
31x42,5 cm. La bruma del misterio lo envuelve, pues nadie sabe cuándo
ni por quién fue pintado.
En
los primeros albores del siglo XIV Albania, tras largos siglos
disputada por los pueblos vecinos, fue invadida por las tropas del
Imperio Turco. Conquistado casi todo el país, resistía la ciudad de
Shkodër, considerada la “reserva moral
y cultural” de Albania que, confiando en el auxilio del
cielo, se opuso al invasor.
El
pueblo rezaba con angustia a su Patrona Santa María. Surgió el
patriota Juan Castriota, llamado en albanés Scanderbeg, quien
acaudilló al pueblo, resistió valerosamente al adversario y logró
mantener la unidad y la fe de su gente.
En
las treguas que daban los combates, Scanderbeg y sus soldados se
dirigían a su Patrona para solicitar su consejo y ayuda. Todos
salían confortados y fortalecidos en su valor y tesón.
Al
cabo de 23 años de lucha, Scanderbeg falleció y su falta hizo que
todos presintiesen la cercana y definitiva derrota. La alternativa
era cruel: someterse a la esclavitud de los turcos o abandonar el
país.
Intervención
de la Virgen
Santa
María de Shkodër se apareció, en sueños, a dos soldados de
Scanderbeg y les ordenó que la siguiesen.
Una
mañana, mientras Georgis y De Esclavis, que así se llamaban los dos
soldados, estaban orando ante el fresco de la Virgen, éste se
desprendió de la pared y, envuelto en una nube, inició un viaje
totalmente desconocido por los dos amigos que le seguían por tierra.
No
supieron el tiempo transcurrido cuando cayeron en la cuenta de que
estaban en la orilla del mar Adriático y vieron que la nube
portadora del cuadro se adentraba sobre el cielo del mar. No
queriendo perderla de vista, se arrojaron al mar para seguirla y, con
gran asombro y estupefacción, caminaron sobre el agua.
Arribaron
a una playa desconocida, pero ya no veían la nube blanca. ¿Dónde
estaría la nube con el fresco de Santa María? ¿Dónde estaban?
¿Qué playa pisaban? Entristecidos, comenzaron una búsqueda
infatigable.
Preguntaban
a cuantos se encontraban y supieron que se hallaban en Italia, pero
nada pudieron indagar sobre la nube ni sobre el fresco de la imagen
de Santa María.
Alguien
les contó que por Roma corría un rumor sobre unos acontecimientos
muy especiales que acaecían en un pueblo cercano llamado Genazzano.
Sin pensárselo dos veces, allí se dirigieron los dos exsoldados.
GENAZZANO
Está
a unas treinta millas de Roma y, en tiempo del Imperio Romano, era un
lugar de vacaciones elegido por los patricios de la gran ciudad.
Antes de la Era Cristiana habían construido un templo a Venus, la
diosa del amor, a la que ofrecían culto y celebraban grandes fiestas
en su honor cada 25 de abril.
En
el siglo IV de nuestra era, el Cristianismo ya había sido reconocido
por el Imperio Romano, el Papa San Marco ocupaba la sede de San Pedro
y mandó construir una iglesia en una colina cercana al antiguo
templo de Venus. La iglesia fue dedicada a Nuestra Señora del Buen
Consejo y fijó el día 25 de abril como fiesta de celebración
cristiana, respetando y purificando la fiesta pagana.
Durante
siglos la Virgen fue honrada en la pequeña iglesia que, en 1356,
estaba a cargo de la Orden de San Agustín. Ya en el siglo XV, la
iglesia estaba muy deteriorada y había poco interés en repararla.
La
viuda Petruccia
Era
muy devota de Nuestra Señora del Buen Consejo y se propuso
reconstruir la iglesia para que no sólo estuviese en buenas
condiciones sino que fuese más grande. Sus vecinos veían subir las
paredes, al principio en silencio, pero luego se burlaban de ella
cuando les pedía ayuda, considerando que lo hacía por orgullo. La
obra, una vez que se gastaron los ahorros de Petruccia, tuvo que
detenerse por falta de fondos.
Llegó
el 25 de abril de 1467 y, estando los habitantes de Genazzano
celebrando su fiesta, más pagana que cristiana, vieron una nube que
atravesaba el cielo e iba bajando hasta situarse en una de las
paredes de la iglesia inconclusa. Se abrió la nube y apareció una
pintura de la Virgen con el Niño Jesús. Todas las campanas
repicaban sin que nadie las tocase.
La
gente de las villas cercanas acudieron para ver lo que sucedía y
quedaban maravillados por tales sucesos y, más aún, por las gracias
y favores que obtenían cuando rezaban ante la imagen descendida del
cielo que nadie había visto antes y cuya procedencia les era
desconocida.
El
relato de dos extranjeros
Llegaron
a Genazzano dos extranjeros, llamados Georgis y De Esclavis, atraídos
por lo que habían oído en Roma sobre una pintura milagrosa de la
Virgen con el Niño Jesús que había descendido del cielo.
Contaron
una historia que dejó a todos muy sorprendidos. Ellos, por su parte,
se pusieron muy contentos, reconocieron que la imagen posada en la
pared de la iglesia era la del fresco de Santa María de Shkodër a
la que ellos habían acompañado en su viaje por tierras de Albania y
a través del mar.
En
agradecimiento a la Señora decidieron quedarse a vivir Genazzano.
La
investigación del Papa
Lo
sucedido en Genazzano llegó a conocimiento del Papa Paulo II quien
envió a dos obispos para que examinasen los hechos. Tras profunda
investigación, los comisionados quedaron convencidos de la veracidad
de los mismos y que la imagen de Nuestra Señora del Buen Consejo que
había sido venerada durante siglos en la ciudad albanesa de Shkodër
era la misma que se encontraba en la iglesia de Genazzano.
El
veredicto contribuyó a la propagación de la devoción a la Virgen
bajo la advocación de Nuestra Señora del Buen Consejo. La iglesia
de Petruccia fue terminada y, con la afluencia de peregrinos y
donativos, convertida en un bella basílica.
Durante
la Segunda Guerra Mundial, los alemanes bombardearon la basílica,
una bomba destruyó el altar mayor, las pinturas y las estatuas de
las paredes, pero se mantuvo intacta la imagen de Nuestra Señora del
Buen Consejo.
Devoción
a Nuestra Señora del Buen Consejo
Durante
los últimos cuatro siglos son innumerables las peregrinaciones al
santuario para venerar a la Señora y recibir el consejo y el
consuelo de la Madre.
El
Papa Pío IX insertó el título Madre del
Buen Consejo en las letanías del Rosario. Diversos Papas
han honrado a la Señora, bien peregrinando al santuario o con
acciones en su favor.
Postdata
No
hace muchos, cuando no existía internet, los humanos nos
comunicábamos por carta. Ahora esto ya resulta obsoleto; pero yo, en
este artículo, reivindico la postdata, que era añadir algo después
de que la carta estuviese firmada.
Lo
que quiero añadir es la recomendación de acudir a la Madre del Buen
Consejo cuando tengamos que elegir un camino, solucionar una
dificultad, desahogar el corazón o buscar un consuelo.
Nadie
nos va a entender y ayudar mejor que Nuestra Madre del Buen Consejo.
Ella es la mejor intercesora ante su Hijo que a Ella nos encomendó.
(1) En
italiano la llaman Scútari
No hay comentarios:
Publicar un comentario