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viernes, 18 de noviembre de 2016

107.- NTRA. SRA DE EL QUINCHE

 21 DE NOVIEMBRE 


El Quinche
Es un pueblo del noroeste de la ciudad de Quito (Ecuador), en las faldas de la cordillera que se eleva desde el río Guayllabamba. Alberga unos 2500 habitantes, en crecimiento por la afluencia de gente itinerante, tanto por las romerías al Santuario de la Virgen como por las ferias.
La carretera Panamericana ha incrementado notablemente el flujo de peregrinos.
Historia
A partir del año 1534, los conquistadores españoles sometieron a los incas que previamente se habían apoderado de las tierras ecuatorianas. Los conquistadores iban seguidos por los misioneros para la evangelización de los indígenas. Para la España del XVI los indígenas eran salvajes, capaces de todas las atrocidades, por lo que debían ser esclavizados, o seres ingenuos que debían ser protegidos y guiados.
Los misioneros llevaron a América la devoción a la Virgen de Guadalupe, que a la sazón era una de las devociones más fuertes de la península ibérica, y se construyeron santuarios marianos en diversos lugares conquistados.
En Ecuador, el primer santuario mariano fue el de Guápulo, en la Real Audiencia de Quito. El escultor español Diego de Robles esculpió la imagen y muy pronto alcanzó fama de imagen milagrosa que atrajo la “veneración” de españoles e indígenas.
Los indios del poblado de Lumbisí deseaban tener una imagen de la Virgen tan milagrera como la de Guápulo y se la encargaron a Diego de Robles, éste talló la imagen en el año 1588 y, cuando la entregó, los Lumbisí no pudieron pagar el precio convenido, por lo que se la llevó a los indígenas de Oyacachi y éstos le pagaron con unos tablones de cedro.

La leyenda
A la historia se añadió después la leyenda: Los indios oyacachis se habían refugiado en una cueva para librarse del ataque de los osos. Pasó por allí una mujer que les prometió librarles de los osos con la condición de que se instruyesen en el evangelio y convirtiesen a la religión católica.
Los oyacachis no accedieron a la petición y la mujer se les presentó en tres ocasiones, siempre con la misma petición. Los encuentros eran al caer el sol y, ante la imposibilidad de encontrar lugar para pernoctar ni seguir su camino por la oscuridad de la noche, la invitaron a quedarse con ellos, pero ella nunca aceptó porque, decía, tenía que llegar al pueblo de El Quinche. La mujer, que portaba un niño en brazos, se iba y regresaba sin muestras visibles de haber sufrido penalidades en el camino.
Todo les resultaba tan extraordinario y espectacular que resolvieron aceptar la petición de la mujer y evangelizarse. Acto seguido, cesaron los problemas con los osos. Quisieron tener una imagen católica a la que agradecer el favor; Diego Robles se enteró del deseo de los oyacachis y se presentó con la imagen que los de Lumbisí no le pudieron pagar, se la ofreció a los oyacachis y éstos reconocieron en ella los rasgos de la señora de la cueva, la compraron con unos tablones de cedro y la colocaron en la hendidura de un peñasco, llamándola La Virgen de la Peña.

La imagen
Es una talla en madera de cedro de 62 centímetros de altura. La imagen actualmente queda oculta, salvo manos y rostro, por los vestidos bordados con hilos de oro y plata y las muchas joyas regaladas por sus fieles devotos. La Virgen tiene un cetro en la mano derecha y sostiene con la izquierda al Niño. La Madre y el Niño son de color moreno,
Fue coronada en 1943 y su fiesta se celebra el 21 de noviembre, único día que la imagen deja su altar y sale para recibir a los que peregrinan desde todos los puntos de la nación.

De la primera capilla al Santuario actual
La imagen permaneció quince años en la hendidura de la peña bajo el cuidado de los Oyacachi, que la llaman afectuosamente “La Pequeñita”.
La imagen se hizo muy popular en toda la comarca y comenzaron las romerías, en tal número que los indios construyeron una capilla para ubicar la imagen de la Virgen.
Pidieron a Diego Robles que construyese el altar de la Virgen, a lo que él se negó y emprendió viaje a Quito. Cuando pasaba por un puente del río, el caballo que montaba se encabritó y lanzó al jinete fuera de la silla; tuvo suerte, uno de sus pies quedó sujeto entre dos maderos del puente, Diego se encomendó a la Virgen y, el que podía haber muerto en las aguas del río, fue rescatado por unos caminantes. El escultor volvió sobre sus pasos y construyó el altar de la Virgen.
El hecho acrecentó la fama de la Virgen y oleadas de peregrinos comenzaron a llegar de todas partes. Se dice que hasta el obispo de Quito llegó caminando.

Traslado de la imagen desde Oyacachi al Quinche
El poblado de Oyacachi era, a la sazón, un anejo perteneciente a El Quinche, y la mujer misteriosa de la cueva había dicho que tenía que llegar al pueblo de El Quinche. Esto fue interpretado como un deseo de la Virgen.
Oto argumento para el cambio era que los caminos que conducían a Oyacachi eran como sendas de muerte y los peregrinos tenían que soportar muchas incomodidades. Esto era cierto, pero también lo es que la ubicación de El Quinche, desde antes de la colonización, controlaba el paso de la montaña a la región amazónica, con una red vial que favorecía que las gentes vecinas visitasen el templo al sol, construido por los incas, que gozaba de gran relevancia.
En Europa, desde la época de difusión del cristianismo, se acostumbró construir santuarios cristianos sobre antiguos templos paganos y esta idea pudo también influir para el traslado de la imagen desde Oyacachi al Quinche.
Se puede. por tanto, concluir que el traslado de la imagen no fue casual, en esta etapa de la colonización, la Virgen María y sus imágenes eran utilizadas como estrategia de evangelización e impulsar la fe católica en lugares importantes.
El resultado fue que, en marzo de1604, el obispo de Quito, Fray Luis López de Solís, dispuso que la imagen fuese trasladada al pueblo de El Quinche, del cual tomó el nombre, y fuese colocada en la iglesia parroquial.
Lo que antes sucediera en Oyacachi pasó también el El Quinche, la parroquia fue insuficiente y, en 1630, la preciada imagen fue trasladada a una más grande que, al paso de los años, también sufrió diversas modificaciones, hasta su reconstrucción tras el terremoto de 1869.

El Santuario
En 1905 se inició la construcción del actual Santuario, que concluyó en 1927. Fue elevado al rango de Basílica Menor por el Papa Juan XXIII, el 2 de mayo de 1959. En 1960 Juan XXIII y Pablo VI en 1965 enviaron sendos cirios como muestra de su devoción.

Religión y religiosidad
La religión es un sistema doctrinal articulado de conocimientos y de símbolos que establecen, en los seres humanos, motivaciones y estados anímicos fuertes y duraderos que genera un concepto de vida y de conducta. Este concepto vincula las relaciones del ser humano con sus semejantes y con el ser divino. La religión es el alma de la conducta del creyente.
La religiosidad es la forma que tienen los individuos y las colectividades de expresar sus creencias religiosas en los diferentes tiempos y lugares. En más vivencial que doctrinal.
La religiosidad popular encierra un conjunto de creencias subjetivas, de símbolos y ritos, producto de la historia del pueblo. En el caso de Hispanoamérica, la religiosidad popular está marcada por el proceso de inculturación del cristianismo en la cultura indígena precolombina.

Las “caminatas” y peregrinaciones al Quinche
Son formas de religiosidad popular cargadas de emociones, producto de su historia.
La peregrinación al santuario de El Quinche, cuando se hace a pie, es especialmente penosa porque la caminata atraviesa los montes de los alrededores del pueblo.
Desde hace más de 400 años, cuando la imagen fue trasladada desde Oyacachi a El Quinche, se realizan las “caminatas” durante todo el año, pero especialmente los fines de semana del mes de noviembre hasta el día 21, que es la fiesta principal, “el cumpleaños de la Virgen”.
Atraídos por la fama milagrosa de la imagen, peregrinan a El Quinche por muy diversos motivos: casarse, confesarse, bautizar a sus vástagos o pedir consejo a un sacerdote.
La peregrinación es, sobre todo, una religiosidad de agradecimiento, de acción de gracias por los favores recibidos y también de petición de nuevos favores.

Peligros
En el Quinche, como en los demás centros de peregrinación de todo el mundo, a los fieles les acecha el peligro de creer que es la Virgen quien les concede favores, por eso acuden a Ella; en realidad, la Santísima Virgen SOLAMENTE ES INTERCESORA ANTE SU HIJO.
Dios, manifestado como Padre, Hijo y Espíritu Santo, es el único que concede dones, gracias y favores. La Virgen y los santos no tienen poder directamente, su poder es interceder ante Dios.
La religiosidad popular suele ir acompañada de promesas. Bienvenida sea la promesa hecha por agradecimiento, no así la formulada para obtener favores de Dios: Si me concedes tal cosa, yo prometo…
Lo correcto es elevar las peticiones a Dios directamente o a través de la Virgen María y de los santos, como intercesores, y hacerlo con confianza en nuestro Padre.
No se puede rezar a Dios poniendo condiciones. Las promesas son ofrecimientos, no regateos.
Jesús nos dijo: vuestro Padre conoce vuestras necesidades antes de que se las pidáis” (Mt 6,8). “Todo cuanto con fe pidiereis en la oración, lo recibiréis” (Mt 21,22). “Pedid y recibiréis; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” (Mt 7,7)

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