
El dogma de la Inmaculada Concepción descubre el papel excepcional
de María.
Por parte de Dios, María está en el designio de Dios,
quien responde con benevolencia a los anhelos humanos de liberación.
Por parte del hombre, María como miembro eminente de la
humanidad, coopera al designio de Dios dando libremente su respuesta
afirmativa.
María en la cumbre de la
religión de la espera.
En el marco de la historia de Israel, María es el último
eslabón de la religión de la espera. Vistas las cosas desde Dios, la Inmaculada Concepción
es el principio de la respuesta de Dios a la esperanza secular de liberación
del mal, que ha animado siempre al ser humano. Esta respuesta de Dios tiene un
contenido y un modo de darla.
La salvación que el Mesías traerá para todos se anticipa
en su Madre, de manera total. Ella es la perfecta y totalmente redimida, “de
modo eminente, en virtud de los méritos de su Hijo” (LG 53)
Todo hombre,
al ser concebido, entra en el reino del pecado original, del que debe ser
purificado y santificado por la gracia de Cristo. Hay un intervalo temporal
entre el momento de la concepción y el de la santificación. Este intervalo no
se dio en María.
España se adelantó casi un siglo a la definición dogmática. En efecto: el
«acordaron por unanimidad de votos
suplicar al rey se dignase tomar por singular patrona y abogada de estos reinos
y los de Indias y demás a ellos anexos e incorporados, a la Virgen Santísima ,
bajo el misterio de la
Inmaculada Concepción , sin perjuicio del patronato que en
ellos tiene el Apóstol Santiago... y que se dignara solicitar bula de Su
Santidad en aprobación y confirmación de éste».
Así lo hizo el rey Carlos III y
El
pueblo y los teólogos
La devoción de España y América al misterio de la Inmaculada Concepción
tenía cierto carácter especial por su fuerte arraigo en el pueblo y en los grandes
teólogos españoles que fueron los que, con gran ahínco defendieron el misterio
de la Inmaculada
Concepción.
El mismo Pío IX, cuando se erigió en Roma el grandioso monumento a la Inmaculada Concepción, eligió como lugar de emplazamiento para el mismola Plaza de España, y fue personalmente a bendecirlo, desde los balcones de la Embajada
de España.
El mismo Pío IX, cuando se erigió en Roma el grandioso monumento a la Inmaculada Concepción, eligió como lugar de emplazamiento para el mismo
En el acto de la bendición, añadió: "Fue España, la Nación , que por sus reyes y
por sus teólogos, trabajó más que nadie para que amaneciera el día de la
proclamación del dogma de la Concepción Inmaculada de María".
No hay comentarios:
Publicar un comentario