La
isla “La Española”
La isla La Española, hoy
República Dominicana, ostenta la primacía entre las tierras del
Nuevo Mundo donde se plantó la primera cruz, se celebró la primera
misa, se rezo la primera Avemaría y desde donde se irradió la fe
cristiana a las demás islas y a la tierra firme del continente
americano.
El
cuadro de Nuestra Señora de Altagracia
Fue
pintado en Sevilla, entre los años 1500 y 1515 y llevado a la isla
por los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, originales de Plasencia,
Extremadura (España) quienes, al establecerse en la ciudad de
Higüey, ofrecieron el cuadro a la parroquia.
El
cuadro es una magnífica expresión de la Maternidad Divina de María,
cuyo dogma le otorga el título de “Altagracia” por ser la más
alta gracia que Dios ha otorgado a un ser humano: Ser Madre de Dios.
El
cuadro presenta el momento del nacimiento de Jesús. Explicación
plástica de la “Virginidad de María: Como un rayo de luz traspasa
un cristal sin romperlo ni mancharlo, así el Mesías traspasa a la
Altagracia quien, arrodillada, contempla con ternura de madre al Hijo
de Dios nacido de sus entrañas.
El
conjunto del cuadro invita a la contemplación y adoración del Niño,
en arrobamiento singular, junto a María quien, con amor de madre,
vela a su Hijo, el Hijo de Dios hecho Niño.
El
cuadro tiene 33 centímetros de ancho por 45 de alto. Ha sido
restaurado en España en 1978 y se puede apreciar toda su belleza y
colorido originales. Es una pintura bellísima que escenifica el
nacimiento de Jesús.
María,
hermosa y serena, ocupa el centro del cuadro y con expresión de
infinita ternura, alegría y paz contempla al Niño casi desnudo que
descansa sobre unas pajas. Va cubierta con un manto azul salpicado de
estrellas y un escapulario blanco cierra por delante su vestido.
María
es, a primera vista, la figura central del cuadro; pero, la posición
de su cabeza invita a prestar más atención al que está en primer
plano, es decir al Niño Jesús.
María
con ese gesto se convierte en evangelizadora y proclamadora de la
Buena Noticia y cumple su misión de llevar a todos los hombres y
mujeres al encuentro con su Hijo. Con su gesto la Virgen de
Altagracia presenta a su Hijo y nos dice a todos: “Os ha nacido
el Salvador”.
María
cumple su misión de Madre de la Iglesia, ser el puente para ir a
Jesús.
En
el cuadro, San José contempla la escena, un poco más atrás
mientras, al otro lado, brilla la estrella de Belén.
La
fiesta
El
arzobispo Isidoro Rodríguez Lorenzo, en 1692, designaba el 21 de
enero como fecha buena y válida. Mas tarde, el arzobispo de Santo
Domingo, Artyuro de Meriño pidió a la Santa Sede la concesión de
Oficio Divino y de Misa Propia para el día 21 de enero, como
festividad de la Virgen de Altagracia.
En
la República Dominicana, en 1924 el Congreso aprobó por ley que el
21 de enero fuese día festivo, no laborable. En este día los
devotos de de la la Virgen de Altagracia peregrinan desde todo el
territotio nacional a la basílica de Higüey a rendir a la Señora
su tributo de amor y agradecimiento.
Coronación
de Nuestra Señora de Altagracia
Ha
sido coronada dos veces: El 15 de agosto de 1922, en el pontificado
de Pío XI y el 25 de enero de 1979 por el papa San Juan Pablo II
quien la coronó con una diadema de plata sobredorada, regalo
personal suyo.
Devoción
a Nuestra Señora de Altagracia
Se
inició en Higüey, se extendió por todo el territorio nacional y se
ha convertido en identidad del pueblo dominicano y su principal
peregrinación.
Es
insólito encontrar una iglesia, a lo largo y ancho del país, que no
ostente su imagen. No existe una parroquia que no tenga una capilla
dedicada a Nuestra Señora de Altagracia y casi no existe un pueblo
que no tenga una calle con este nombre. El pueblo dominicano venera
(1), muy entrañablemente, a la Madre de Dios representada en la
advocación de Nuestra Señora de Altagracia.
El
nombre “Altagracia” en las mujeres dominicanas alcanza un alto
porcentaje.
El
amor a la madre es una cualidad muy viva y arraigada en todos los
pueblos latinoamericanos y la Virgen de Altagracia refleja, de forma
sublime, ese amor de la madre llena de comprensión, cercana a sus
hijos a los que acompaña en su caminar, protege en sus dificultades,
consuela en sus tristezas y guía hacia el encuentro con su Hijo
Jesús.
(1)
Hay que distinguir siempre entre
“adorar” y “venerar”
Remito
al Nº 1 de este blog : María o Cristo
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