TRISTE ES LA SOLEDAD, ALEGRE LA COMPAÑÍA; LA TUYA SERÁ PERFECTA SI TE ACOMPAÑA MARÍA.

martes, 2 de febrero de 2016

76.- LA PURIFICACIÓN DE MARÍA

DIA 2 DE FEBRERO
En este día, 2 de febrero, se celebran varias fiestas: La Purificación de María, La Presentación de Jesús en el templo, Nuestra Señora de la Candelaria, Ntra. Sra. de Copacabana; aunque con diversos títulos, todas están referidas al suceso que narra San Lucas:
Cuando se cumplieron los días de la purificación, conforme la Ley de Moisés, le llevaron a Jerusalén para presentarle al Señor, según está escrito en la Ley del Señor que “todo varón primogénito sea consagrado al Señor”, y para ofrecer un sacrificio, según lo prescrito en la Ley del Señor, un par de tórtolas o dos pichones” (2, 22-24).
En este episodio de San Lucas podemos considerar tres puntos importantes:

1º.- La Ley de Moisés mandaba “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”(Lc 2, 23) Este hecho es la presentación del Niño en el templo para cumplir el precepto por ser primogénito (Ex 13,11-13).

2º.- La Ley de Moisés obligaba a todas las mujeres a purificarse después del parto y a ofrecer un sacrificio (Lev 12, 2ss).
María fue al templo “Para ofrecer en sacrificio... un par de tórtolas o dos pichones (Lc 2,24). María cumplió con el precepto de la purificación, a pesar de no estar obligada porque su maternidad había sido obra del Espíritu Santo y conservó su virginidad antes, durante y después del parto. Su acatamiento de la Ley fue un ejemplo de humildad y obediencia.

3º.- La narración de San Lucas habla de un hombre justo y piadoso, en quien habitaba el Espíritu Santo, llamado Simeón.
Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón,justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel y el Espíritu Santo estaba en él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu vino al templo y al entrar los padres con el Niño Jesús para cumplir lo que prescribe la Ley sobre Él, Simeón le tomó en sus brazos y, bendiciendo a Dios, dijo: Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque mis ojos han visto tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel. Y dijo a María: Puesto está para caída y levantamiento de muchos en Israel y para signo de contradicción; una espada atravesará tu alma” (Lc 2, 25-35).

Lo extraordinario es que Simeón reconoció que aquel Niño era el Mesías esperado”, la “Luz de las naciones” y la “gloria de Israel”. El Niño, que cuarenta días antes, había nacido en un pesebre, en la extrema pobreza, es llamado “Mesías esperado, Luz de las naciones y gloria de Israel”.
A continuación, el anciano Simeón dice que será “signo de contradicción”.
Las vidas de la Madre y del Hijo están íntimamente unidas. Simeón descubre a María que su Hijo tendrá mala acogida en Israel y que Ella tendrá que sufrir. María queda asociada al sacrificio de su Hijo.

La primitiva Iglesia de Jerusalén celebraba con el nombre de “El Encuentro”, el 14 de febrero (cuarenta días después del 6 de enero), la primera presentación de Jesús en el Templo, con una solemne procesión a la Basílica de la Resurrección; era la forma de festejar a Cristo, “Luz del mundo”.
Por entonces, la fiesta no tenía nombre propio; se la llamaba “día cuadragésimo después de Epifania”. La celebración del Nacimiento de Jesús era entonces el día de Epifanía.
Desde Jerusalén la fiesta del día cuadragésimo se extendió a toda la Iglesia y, más tarde, pasó a celebrarse el 2 de febrero (cuarenta días después del 25 de diciembre). En Oriente se celebraba como una fiesta del Señor; en Occidente, como una fiesta de María.
La bendición de las velas entró en uso común en el siglo XI. Según el Misal Romano, el sacerdote celebrante bendice las velas y las distribuye entre el clero y el pueblo; todos llevan las velas encendidas durante la solemne procesión que representa la entrada de Cristo, Luz del mundo, al Templo de Jerusalén.
La fiesta de la Purificación de María recibe también el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria (1).
El rito de la bendición de los cirios se inspira en las palabras de Simeón ; “luz para iluminar a las naciones” y de él se deriva el nombre popular de esta fiesta “La Candelaria”.

(1) Esta advocación mariana ha dado origen al municipio de Candelaria en la isla de Tenerife (España), donde es venerada con gran solemnidad. La devoción a la Virgen de la Candelaria se ha extendido a otros pueblos y ciudades, tanto de España como de Latinoamérica, cuyo detalle, por ser muchos, omito por razón de brevedad.

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