Sacó
en sus hombros la soberana imagen ...Pero como fuese su intención
colocarla en la villa de Almonte, distante tres leguas,... se quedó
dormido a esfuerzo de su cansancio y fatiga. Despertó y se halló
sin la sagrada imagen...volvió al sitio donde la vio primero y allí
la encontró como antes.
La
sacaron de entre la maleza y la pusieron en la iglesia mayor de la
villa, entre tanto que en aquella selva se le labraba un templo.
Hízose una pequeña ermita de diez varas de largo y se consagró el
altar para colocar la imagen...Aforándose aquel sitio con el nombre
de La Virgen de las Rocinas”. (1)
Los
terrenos de la Baja Andalucía por ser anegados son de escaso valor
para el cultivo, pero siempre han sido muy codiciados por su alto
valor cinegético. En ellos cazaron el rey moro Almutámid y el
castellano Alfonso X, el Sabio, tras su conquista en el siglo XIII.
En las Cantigas de Santa María del rey Sabio aparece la primera
referencia escrita a la ermita de las Rocinas. Lo que no sabemos es
si ya estaba construida o la mandó construir el rey.
Los
musulmanes hacían frecuentes racias por estos lugares, perdiéndose
el rastro de la ermita de las Rocinas.
En
el siglo XIV en un pleito entre Almonte, Moguer y Niebla aparece un
testamento de Urraca Fernández, vecina de Niebla, para la obra de
Santa María de la Rocina. También el Libro de la
Montería de Alfonso XI habla de la ermita de Santa María
de las Rocinas. En 1587, Baltasar Tercero Ruiz fundó una capellanía
en la ermita de las Rocinas.
Sabemos,
por tanto, que ya desde el siglo XIII existía una ermita dedicada a
Santa María de las Rocinas.
Esta
ermita duró hasta el terremoto de Lisboa del año 1755, cuando quedó
destruida y la imagen de la Virgen fue trasladada al pueblo de
Almonte, durante el tiempo de restauración de la ermita. Una vez
concluida, en 1758, la imagen fue devuelta a su lugar de origen.
La
Hermandad Matriz
En
el siglo XV se creó la Hermandad bajo la protección del clero y de
la Corporación Municipal de Almonte con el nombre de “Cofradía de
Nuestra Señora de las Rocinas”.
Sus
funciones son: Difundir la devoción a la Virgen del Rocío.
Organizar la fiesta y la romería del Rocío. Cuidar la ermita,
custodiar la imagen, sus vestidos y exvotos. Aceptar las filiales de
la Hermandad, evitando que se desvirtúe el profundo significado de
la religiosidad popular de la Romería.
La
Hermandad ha heredado todas las atribuciones que ostentaron, en otros
tiempos, el clero y el Ayuntamiento de Almonte. Es un modelo de
asociación fuertemente arraigado en la Comunidad de Andalicía.
La
imagen
La
escultura, de poco más de un metro de altura, es de principios del
siglo XV y, según el relato mítico (Infante Galán 1971) era una
imagen gótica que habría sido escondida por los crtistianos, en el
tronco de un acebuche, para evitar su profanación.
Cuando
fue encontrada, dado su deterioro, fue preciso restaurarla. El Niño
no es el primitivo porque un caballero se lo llevó a América y donó
esta copia.
A
mediados el siglo XVII, en una nueva restauración, la imagen
primitiva quedó embutida en la que se venera en la actualidad y se
la empezó a vestir según el estilo de la época, que era el
barroco.No existe ninguna descrpción fidedigna de la imagen
desvestida. Sólo son visibles las manos y el rostro.
Es
vestida por las camaristas en la más estricta intimidad, con dos
tipos de vestidos: de Reina o de Pastora. El secreto es guardado de
madres a hijas.
La
romería del Rocío
El
fervor creciente de los almonteños y pueblos vecinos por la Virgen
del Rocío hizo que la Hermandad reglara las celebraciones en honor
de la Patrona de Almonte, determinando que la romería se haría una
vez al año el 2º día de la Pascua de Pentecostés.
La
romería del Rocío es un fenómeno mezcla de religiosidad popular
muy arraigada y folclore que, a mediados del pasado siglo, era
regional y poco conocida y después ha tenido un crecimiento
asombroso, pasando a ser una de las más importantes de España, que
congrega cada año a más de un millón de personas (2).
El
camino
Durante
año 2016 son 117 las Hermandades filiales que hacen el camino.
Proceden sobre todo, de la Comunidad de Andalucía, pero también de
otras comunidades.
Cada
hermandad hace el camino, desde el lugar de origen hasta la ermita
del Rocio, acompañando a su carreta, carro de gran tamaño,
entoldado en forma semicircular y con vistosos adornos, tirado por
bueyes.
Muchos
peregrinosos, españoles y extranjeros, principalmente portugueses,
hacen el camino por su cuenta o unidos a alguna de las múltiples
hermandades. Los “caballistas”, hombres
o mujeres, solos o en pareja, ellos vestidos de traje corto, y ellas
de amazonas, si van solas, o vistiendo el vistoso traje rociero, si
van de acompañante, escoltan al Simpecado.
La
salida desde cada pueblo va acompañada de un espectacular despliegue
de cohetes, canciones y el mayor lujo posible en los atavíos de
personas, animales y vehículos.
Durante
el camino el canto por sevillanas, la flauta y el tamboril, unidos a
las palmas y olés en honor de la Virgen ponen una estampa de alegría
y devoción en los campos de Andalucia. Las paradas nocturnas son
especialmente emotivas, las carretaas se colocan en círculo y se
forman grupos alrededor de la hoguera, se comparte la comida y la
bebida. A la luz de las hogueras abunda el cante y el baile al son de
las guitarras, del tamboril y la flauta. El momento culminante es el
canto de la Salve Rociera que
pone punto final al día.
Tras
varios días de lento y agotador camino, todos los romeros llegan el
sábado a la Aldea del Rocío, epicentro mariano que mueve y conmueve
a hacer el camino, y todas las hermandades, con sus simpecados a la
cabeza, hacen su presentación ante la puerta del santuario de la
Reina de las Marismas.
El
Simpecado
Es
el estandarte de cada hermandad. Ostenta la figura de la Virgen del
Rocio, bordada ricamente en metales nobles, se custodia en la sede de
cada hermandad. Para el camino, cada hermandad adorna una carreta,
tirada por bueyes, en la que colocan su Simpecado.
La
Procesión del lunes de Pentecostés
El
punto álgido del fervor colectivo tiene lugar en la noche del
domingo al lunes de Pentecostés. Una multitud de más de un millón
de personas se han reunido para acompañar a la La Virgen del Rocío
en su procesión por las calles de la aldea.
Dentro
de la ermita, la imagen de la Virgen, adornada para la procesión,
está separada por una verja de hierro. Los jévenes almonteños
rodean la verja, uno tras otro intentan trepar por la verja u uno
tras otro son retenidos por sus compañeros hasta que uno lo
consigue. Una vez dentro, se produce el asalto ritual, se consigue
abrir la verja y todos corren hacia la imagen que les espera en
su paso (3) fuertemente apuntalada.
Con
el espectacular “salto de la reja” comienza la procesión por las
calles de la aldea a hombros de los almonteños. El recorrido se
inicia cuando la Virgen es acariciada por el primer rayo del sol y
avanzará, entre los aplausos y gritos de “Viva
la Virgen del Rocío”(4), “Viva
la Blanca Paloma”, “Viva la Reina de las Marismas”, terminando
bien entrado el día, poniendo fin a la peregrinación y los
peregrinos iniciando el camino de vuelta a sus hogares.
Traslados
a la villa de Almonte
Existe
la costumbre centenaria de trasladar a la Virgen del Rocío desde su
aldea al pueblo de Almonte cuando sucede algo especial como
epidemias, guerras, sequías o malas cosechas con su inevitable
consecuencia del hambre.
La
imagen permanece en el pueblo mientras se celebran los cultos y, una
vez terminados, es devuelta a su ermita.
En
1607 se efectuó el traslado por causa de una sequía. No existe
documentación sobre traslado anteriores; con posterioridad, ha sido
trasladada en múltiples ocasiones.
El
Rocío Chico
En
1949, Almonte decide que su Virgen del Rocío visite la villa cada
siete años.
El
traslado se efectúa en el mes de agosto y se conoce con el nombre de
El Rocío Chico.
La
imagen viaja tapada para protegerla del polvo del camino. Las
ancianas del lugar, conocidas como “las
abuelas almonteñas” portan los adornos. Llegados a
Almonte, colocan la imagen en un lugar elevado y las
camaristas (5) quitan la protección del
guardapolvo. Según la tradición el velo que cubre el rostro de la
Virgen debe quitarse con el primer rayo del sol. Es el momento de
disparar las salvas de cientos de trabucos y escopetas en honor de la
Virgen del Rocío.
La
imagen permanece en Almonte nueve meses; dos semanas antes de la
Romería del Rocío, vestida de reina, sale en procesión por las
calles del pueblo. Pasada la primera semana, es vestida de pastora y
trasladada a la aldea de El Rocio para celebrar allí la Romería del
Rocío.
(1)
Libro de reglas de la Hermandad de Almonte, 1758, citado en El
Rocío, fe y alegría de un pueblo.
(2)
María Teresa Pérez Cano, Eduardo Mosquera Adell, La
protección del patrimonio edificado: catálogo de bienes inmuebles
del Municipio de Almonte,
Universidad de Sevilla, 2006, pág. 57.
(3)
Plataforma der madera recubierta de plata con seis varales que
sostienen el dosel rígido y al que están atornillados firmemente.
(4)
El cambio de Rocinas a Rocío se produjo a finales del siglo XVII
aceptando el espíritu barroco y poético de la época. Por el mismo
motivo se aceptó el de Paloma, símbolo del Espíritu Santo que
descendió sobre los apóstoles el día de Pentecostés.
(5)
El cargo de camarista, desempeñado por almonteñas, es considerado
un gran honor y se transmite por parentesco.
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