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viernes, 23 de septiembre de 2016

100.- NTRA. SRA. DE LA MERCED


 24 DE SEPTIEMBRE

Los cautivos
Repasando brevemente la historia del cautiverio de Cervantes, el más famoso de todos los cautivos, podemos hacernos una idea de las circunstancias del cautiverio.
Cervantes intervino en la batalla de Lepanto contra los turcos enrolado en la compañía del capitán Diego de Urbina. Tras Lepanto, continuó en la flota de don Juan de Austria hasta que en 1575 regresaba a España desde Nápoles, acompañado de su hermano Rodrigo, cuando muy cerca de las costas españolas fueron atacados por el pirata Arnauti Mamí, llevándose cautivos a Argel a gran parte de los tripulantes.

Cinco años duró el cautiverio de Cervantes, con varias intentonas de huída y otras de rescate. Rodrigo fue rescatado en 1577, pero el precio de Cervantes había subido por ser considerado un personaje importante y no fue rescatado hasta el año 1580, cuando el fraile trinitario Juan Gil pagó los 500 escudos de oro exigidos por su libertad.

¿Qué se entiende por cautivo?
En las Partidas de Alfonso X el Sabio se dice:”Captivos son llamados, por derecho, aquellos que caen en prisión de omes de otra creencia(1).
Al principio, la principal fuente de cautivos eran las acciones militares contra los turcos y berberiscos; pero, desde el final del siglo XVI, la fuente primordial es la piratería berberisca en el mar y, en segundo plano, las razzias(2) efectuadas por los piratas en los pueblos y aldeas de la costa mediterránea y de los archipiélagos de las islas Baleares y Canarias y que llenaban de terror a las habitantes de estas zonas. La gente nunca se sentía segura, como lo expresó el Concejo de Gibraltar al rey Felipe III: “...ni de noche ni de día, ni en la cama ni a la hora de comer, ni en los campos ni en nuestras casas” (3)
La captura de cristianos era la actividad económica fundamental de las ciudades berberiscas, por el trabajo forzado de los miles de cautivos y, sobre todo, por el cobro de los rescates. No podemos olvidar los barcos que iban o volvían de América cargados de valiosas mercancías y que eran interceptados por los piratas berberiscos y sus pasajeros hechos cautivos.
Las condiciones de vida de los cautivos dependían de factores diversos, como el sexo, la edad, la economía de sus familiares, el carácter del propietario y el lugar de retención.
Las mujeres capturadas en las razzias costeras eran difícilmente rescatables pues sus amos berberiscos preferían a las mujeres cristianas por considerarlas más sumisas y mejores amas de casa que las musulmanas. Muchas cristianas, voluntariamente u obligadas, se convirtieron al Islam e, incluso, se casaron con sus amos.
Los niños generalmente eran enviados a Turquía donde eran entrenados como jenízaros (4).
La situación de los cristinos cautivos del Islam nos hace recordar una situación parecida del pueblo israelita cautivo de los egipcios, narrada en el libro del Éxodo con este desenlace: “He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he oído sus clamores… conozco sus angustias. He bajado para librarle de las manos de los egipcios” (Ëx 3,7-8).
La Santísima Virgen María ha visto la aflicción de los cristiasnos cautivos y de sus familias, ha oído sus clamores, conoce sus angustias y baja para librarles.
La Santísima Virgen María encomienda a dos de sus fieles devotos la fundación de otras tantas Órdenes religiosas con este fin; así nace en Francia la Orden de los Trinitarios (5) y en Barcelona (España) la de los Mercedarios, de esta última quiero ocuparme por ser hoy la fiesta de Ntra. Sra. de la Merced.

La Orden de la Merced
Fue fundada por San Pedro Nolasco y un grupo de laicos catalanes el 10 de agosto de 1218, en Barcelona (España), con el apoyo del rey de Aragón, Jaime I el Conquistador. Al principio fue una Orden Laical cuya actividad esencial era la redención de los cautivos cristianos que sufrían prisión en las mazmorras de los musulmanes.
El Papa Gregorio IX confirmó la Orden el 17 de enero de 1235.
En 1317 pasó a ser Orden Clerical, aunque admitiendo seglares como religiosos en igualdad fraterna.
En 1696, el Papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia y la fijó en el 24 de septiembre.
El cuarto voto
Los frailes mercedarios, además de los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, comunes en todas las Órdenes y Congregaciones Religiosas, emiten un cuarto: “quedar en rehenes, si fuere preciso, en lugar de un cautivo, sobre todo si su fe peligra”.

La advocación de Santa María de la Merced
Recuerda el título de Madre de misericordia, de las letanías lauretanas.
Ejercer merced es conceder algo. Santa María de la Merced es sinónimo de Madre, que llevada por la misericordia y la compasión, concede la merced de la libertad a los que se hallan privados de ella y en peligro de perder su fe.
La actividad esencial de la Orden de los Mercedarios es la redención de los cautivos y por esta actividad esencial María pasa a denominarse María de la Merced o Redentora de cautivos por su íntima unión con su Hijo Jesús, Redentor de todo el género humano.
María es modelo de consagración a Dios y de entrega. El misterio de la maternidad divina de María implica una unión total con la misión de Jesús que es la redención de todo el género humano.
María es Madre de Misericordia y, como tal, refleja la misericordia de Dios hacia sus hijos necesitados.

Dios es Padre de Misericordia
Dios… Padre de las misericordias” (2Cor 1,3), “El Señor es compasivo y misericordioso”(Sant 5,11)
Dios manifiesta su misericordia con ocasión de la miseria humana y no cesa de mostrarla con los que claman a Él, como podemos comprobar en infinidad de pasajes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

Devoción a la Virgen de la Merced
La Mare de Deu de la Mercé se venera en la Basílica de la Merced de Barcelona. Es Patrona de la ciudad desde el 25 de septiembre de 1687.
La devoción a la Virgen de la Merced se difundió rápidamente por Cataluña y el resto de España, por Francia e Italia.
El descubrimiento y la evangelización de América ofreció a los mercedarios un nuevo campo de acción; muestras de ello son las numerosas iglesias que ostentan el título de Nuestra Señora de la Merced.

Nuevas formas de cautividad
A estas alturas del siglo XXI han aparecido otras formas de cautividad: los refugiados y exiliados por conflictos bélicos, los inmigrantes, los prisioneros, los secuestrados, los privados de sus derechos fundamentales.
Santa María de la Merced es una advocación antigua, pero no por ello carente de actualidad.

(1) Las Siete Partidas del sabio Rey don Alonso el Nono, nuevamente glosadas por el licenciado Gregorio López, del Consejo Real de Indias, impreso en Salamanca por Andrea de Portonaris, impresor de Su Majestad, año de MDLV, Madrid, 1974, Partida Segunda, Título XXIX. De los captivos e de las sus cosas, e de los lugares que caen captivos, en poder de los enemigos, ley 1.
(2) Incursión en territorio enemigo para destruir o saquear.
(3) Archivo General de Simancas, Estado, legajo 495, 25 de julio de 1614 (cit. en FRIEDMAN, E. G.:Spanish Captives in North Africa in the Early Modern Age, Madison, 1983, p. XVII).
(4) Soldado de la temible élite militar otomana.
(5) El año 1193, San Juan de Mata fundó la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos (conocidos como Trinitarios) para la redención de los cautivos.

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