TRISTE ES LA SOLEDAD, ALEGRE LA COMPAÑÍA; LA TUYA SERÁ PERFECTA SI TE ACOMPAÑA MARÍA.

martes, 13 de septiembre de 2016

99.- NTRA. SRA DE LAS LAJAS

  16 DE SEPTIEMBRE

Ipiales
Es un municipio del extremo sur de Colombia situado en la cordillera de Los Andes a 2.600 metros de altitud, al que se dirigía una india llamada María Mueses de Quiñones (1) con su hija Rosa, sordomuda de nacimiento y ambas vivieron una historia, edificante en grado sumo, cuyos detalles me propongo, para gozo de mis lectores y según las diversas versiones, sacar de varias páginas de internet.

La tormenta
En 1754, María Mueses se puso en camino desde su caserío indígena llamado Potosí hasta el pueblo de Ipiales, donde trabajaba para la familia Torresano, distante algo más de seis millas y separados por el río Guáitara., que se cruzaba por un rudimentario puente de madera . Caminaba por el cerro Pastarán por el lugar llamado Las Lajas (2) cundo se desató una gran tormenta y se vió obligada a guarecerse en una cueva natural, junto al río Guáitara.
Angustiada por la situación, invocó a Ntra. Sra. del Rosario, como le habían enseñado los Padres Dominicos. De pronto, sintió que alguien la tacaba en la espalda, se dio la vuelta y no vio a nadie. Llena de miedo, echó a correr y no paró hasta que llegó al caserío.
Unos días después, María regresaba a Ipiales cargando, según la costumbre andina, con su hija Rosa y se paró para descansar cerca de la cueva del Guáitara. Rosa se levantó y empezó a trepar por las piedras. De pronto, Rosa exclamó: “¡Mami! ¡Aquí hay una señora blanca con un niño sus brazos!
María Mueses, llena de espanto, pues era la primera vez que oía hablar a su hija Rosa y, además, ella no veía a la señora blanca con el niño, cargó con su niña y corrió hasta Ipiales, donde contó lo sucedido a la familia Torresono y vecinos, pero nadie dió crédito a sus palabras.

El regreso de Ipiales
Terminada la jornada en casa de los Torresano, María Mueses regresaba con su hija al caserío Potosí y, cuando madre e hija pasaban frente a la cueva, Rosa gritó: ¡Mami! ¡La señora blanca me está llamando!.
Asustada hasta el extremo, María corrió hasta Potosí, donde sus familiares y vecinos, viéndola tan alterada le preguntaron la causa y ella les contó lo sucedido.
En pocos días, en toda la región se comentaba lo que a la india María Mueses le había sucedido en la cueva del rio Guáitara.

Aparición de la Virgen con el Niño Jesús
Un día Rosa desapareció, María la buscó por todas partes y no la encontró; recordó que Rosa decía con frecuencia que “la mujer blanca la llamaba”, por lo que pensó que podía haber ido a la cueva y, sin pensarlo dos veces, hacia allí dirigió sus pasos.
Lo que vio al llegar la hizo caer de rodillas. Rosa estaba arrodillada jugando con el niño frente a la mujer blanca. María Mueses reconoció a la Santísima Virgen y al Niño Jesús.
Madre e hija, ante el temor de ser, otra vez, menospreciadas por familiares y vecinos, guardaron en silencio lo que les había sucedido. Eso sí, iban con frecuencia a la cueva y ponían flores y velas encendidas.

Intervención de la Virgen
Pasaron los meses y Rosa se puso gravemente enferma y murió. Llena de tristeza, María tomó el cuerpo de su hija y lo llevó a la cueva y, entre rezos y lágrimas, suplicó a la Santísima Virgen que intercediera ante su Hijo Jesús para que devolviera la vida a su pequeño Rosa.
¡Y Rosa volvió a la vida! María Mueses, rebosando alegría, volvió con su hija a Ipiales y contó a todos la maravilla ocurrida. Sus patrones le creyeron y, a pesar de ser las diez de la noche, corrieron a avisar al pároco, el dominico Fray Gabriel de Villafuerte, quien procedió al interrogatorio de rigor y, acto seguido, mandó tocar las campanas para congregar al vecindario, congregándose frente a la iglesia una gran cantidad de personas. Ya en la madrugada del día 16 de septiembre de 1754, se organizo una peregrinación a la cueva del río Guáitara.
Al llegar, ante el asombro general, contemplaron que de la cueva salían unos haces de brillantes luces procedentes de una imagen de la Santísima Virgen María grabada en las lajas de la pared.

La imagen
La imagen impresa en las lajas representa a Ntra. Sra. del Rosario, con el Niño Jesús en el brazo izquierdo y el rosario en el derecho. A un lado está la figura de San Francisco de Asís y al otro la de Santo Domingo de Guzmán. La laja mide 3,20 X 2 metros y las imágenes ocupan una superficie de 2 X 1,20 metros.
¿Cómo se formó la imagen? Se desconoce cuándo y cómo se formó. El P. Luis G. Moreno dice que se trata de una pintura al óleo, semejante a las de las escuela de Quito de los siglos XVI y XVII, con las figuras de San Francisco y Santo Domingo añadidas posteriormente. Supone que el autor pudo ser el dominico Pedro Bedón (3) porque los dos acompañantes aparecen en otras pinturas de este autor; además, argumenta que en el bordado de la túnica de la Virgen de Las Lajas se distinguen las letras P y B.
Sin embargo, no es capaz de explicar la conservación de la imagen durante más de 150 años.
La conviccion más generalizada entre los estudiosos es que la imagen no es de hechura humana. Argumentan con varios detalles:
* La imagen no admite ningún tipo de retoque en su pintura, salvo la cera de las velas y las joyas adheridas a la cera.
* El color no es superficial, sino que penetra varios milímetros en la piedra.
* La pintura nunca se ha descascarillado ni oscurecido por el humo de las velas.
* No se deposita en ella el polvo del ambiente, ni deja huella el manoseo de los fieles ni las deyecciones de las palomas.
Unos geólogos alemanes han visitado la cueva y efectuado diversas pruebas científicas, llegando a la conclusión de que no existe en la imagen el menor fragmento de pintura; en los orificios efectuados en la laja, descubrieron que la imagen con todos sus colores penetraba en la roca varios milímetros.

El Santuario de Ntra. Sra. de Las Lajas
El 16 de septiembre de 1754, fray Juan de Villafuerte celebró la primera misa en una capilla de madera y paja que duiró 40 años. En 1794, se construyó otra de ladrillo y cal.
A mediados del siglo XIX se erigió el primer santuario, que muy pronto quedó pequeño por la gran afluencia de peregrinos, y en 1899 surgió la idea de un gran templo especialmente diseñado sobre el abismo del río Guáitara.
Por la inestabilidad política del país, el proyecto no se llevó a efecto hasta el 1 de enero del año 1916, fecha en la que se puso la primera piedra del actual santuario, que fue terminado en agosto de 1949. El templo tiene 100 metros de altura; el puente 50 metros de alto, 17 de ancho y 20 de largo.
Ntra. Sra de Las Lajas fue coronada conónicamente el 15 de septiembre de 1952 y en 1954 la Santa Sede le concedió el titulo de Basílica Menor.
En 1984 el Gobierno colombiano declaró al monumento parte del Patrimonio Cultural del País y en el 2006, Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional.
Está situado en la Cordillera de los Andes, a 7 kms del pueblo de Ipiales.
En lo religioso, es atendido por el capellán y los sacerdotes adscritos al santuario; en lo doméstico y pastoral, por dos comunidades de religiosas Franciscanas de María, una colombiana y otra ecuatoriana. Nuestra señora de Las Lajas es símbolo de paz y unión entre ambos pueblos.
El peregrinaje de fieles es permanente, y se incrementa muy notablemente los días 15 y 16 de septiembre, millares de peregrinos se acercan al santuario para venerar a la Madre de Dios.

(1) María Meneses de Quiñones, vive en Potosí y trabaja en Ipiales para la familia Torresano.
(2) Piedras planas y lisas.
(3) Pedro Bedón fue el Superior Provincial de los dominicos entre 1618 y 1621, pintor y misionero infatigable de estas tierras.

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