Ipiales
Es
un municipio del extremo sur de Colombia situado en la cordillera de
Los Andes a 2.600 metros de altitud, al que se dirigía una india
llamada María Mueses de Quiñones (1) con su hija Rosa, sordomuda de
nacimiento y ambas vivieron una historia, edificante en grado sumo,
cuyos detalles me propongo, para gozo de mis lectores y según las
diversas versiones, sacar de varias páginas de internet.
En
1754, María Mueses se puso en camino desde su caserío indígena
llamado Potosí hasta el pueblo de Ipiales, donde trabajaba para la
familia Torresano, distante algo más de seis millas y separados por
el río Guáitara., que se cruzaba por un rudimentario puente de
madera . Caminaba por el cerro Pastarán por el lugar llamado Las
Lajas (2) cundo se desató una gran
tormenta y se vió obligada a guarecerse en una cueva natural, junto
al río Guáitara.
Angustiada
por la situación, invocó a Ntra. Sra. del Rosario, como le habían
enseñado los Padres Dominicos. De pronto, sintió que alguien la
tacaba en la espalda, se dio la vuelta y no vio a nadie. Llena de
miedo, echó a correr y no paró hasta que llegó al caserío.
Unos
días después, María regresaba a Ipiales cargando, según la
costumbre andina, con su hija Rosa y se paró para descansar cerca de
la cueva del Guáitara. Rosa se levantó y empezó a trepar por las
piedras. De pronto, Rosa exclamó: “¡Mami!
¡Aquí hay una señora blanca con un niño sus brazos!
María
Mueses, llena de espanto, pues era la primera vez que oía hablar a
su hija Rosa y, además, ella no veía a la señora blanca con el
niño, cargó con su niña y corrió hasta Ipiales, donde contó lo
sucedido a la familia Torresono y vecinos, pero nadie dió crédito a
sus palabras.
El
regreso de Ipiales
Terminada
la jornada en casa de los Torresano, María Mueses regresaba con su
hija al caserío Potosí y, cuando madre e hija pasaban frente a la
cueva, Rosa gritó: ¡Mami!
¡La señora blanca me está llamando!.
Asustada
hasta el extremo, María corrió hasta Potosí, donde sus familiares
y vecinos, viéndola tan alterada le preguntaron la causa y ella les
contó lo sucedido.
En
pocos días, en toda la región se comentaba lo que a la india María
Mueses le había sucedido en la cueva del rio Guáitara.
Aparición
de la Virgen con el Niño Jesús
Un
día Rosa desapareció, María la buscó por todas partes y no la
encontró; recordó que Rosa decía con frecuencia que “la
mujer blanca la llamaba”,
por lo que pensó que podía haber ido a la cueva y, sin pensarlo dos
veces, hacia allí dirigió sus pasos.
Lo
que vio al llegar la hizo caer de rodillas. Rosa
estaba arrodillada jugando con el niño frente a la mujer blanca.
María Mueses
reconoció a la Santísima Virgen y al Niño Jesús.
Madre
e hija, ante el temor de ser, otra vez, menospreciadas por familiares
y vecinos, guardaron en silencio lo que les había sucedido. Eso sí,
iban con frecuencia a la cueva y ponían flores y velas encendidas.
Intervención
de la Virgen
Pasaron
los meses y Rosa se puso gravemente enferma y murió. Llena de
tristeza, María tomó el cuerpo de su hija y lo llevó a la cueva y,
entre rezos y lágrimas, suplicó a la Santísima Virgen que
intercediera ante su Hijo Jesús para que devolviera la vida a su
pequeño Rosa.
¡Y
Rosa volvió a la vida! María Mueses, rebosando alegría,
volvió con su hija a Ipiales y contó a todos la maravilla ocurrida.
Sus patrones le creyeron y, a pesar de ser las diez de la noche,
corrieron a avisar al pároco, el dominico Fray Gabriel de
Villafuerte, quien procedió al interrogatorio de rigor y, acto
seguido, mandó tocar las campanas para congregar al vecindario,
congregándose frente a la iglesia una gran cantidad de personas. Ya
en la madrugada del día 16 de septiembre de 1754, se organizo una
peregrinación a la cueva del río Guáitara.
Al
llegar, ante el asombro general, contemplaron que de la cueva salían
unos haces de brillantes luces procedentes de una imagen de la
Santísima Virgen María grabada en las lajas de la pared.
La
imagen
La
imagen impresa en las lajas representa a Ntra. Sra. del Rosario, con
el Niño Jesús en el brazo izquierdo y el rosario en el derecho. A
un lado está la figura de San Francisco de Asís y al otro la de
Santo Domingo de Guzmán. La laja mide 3,20 X 2 metros y las imágenes
ocupan una superficie de 2 X 1,20 metros.
¿Cómo
se formó la imagen? Se desconoce cuándo y cómo se formó.
El P. Luis G. Moreno dice que se trata de una pintura al óleo,
semejante a las de las escuela de Quito de los siglos XVI y XVII, con
las figuras de San Francisco y Santo Domingo añadidas
posteriormente. Supone que el autor pudo ser el dominico Pedro Bedón
(3) porque los dos acompañantes aparecen en otras pinturas de este
autor; además, argumenta que en el bordado de la túnica de la
Virgen de Las Lajas se distinguen las letras P y B.
Sin
embargo, no es capaz de explicar la conservación de la imagen
durante más de 150 años.
La
conviccion más generalizada entre los estudiosos es que la
imagen no es de hechura humana. Argumentan con varios detalles:
*
La imagen no admite ningún tipo de retoque en su pintura, salvo la
cera de las velas y las joyas adheridas a la cera.
*
El color no es superficial, sino que penetra varios milímetros en la
piedra.
*
La pintura nunca se ha descascarillado ni oscurecido por el humo de
las velas.
*
No se deposita en ella el polvo del ambiente, ni deja huella el
manoseo de los fieles ni las deyecciones de las palomas.
Unos
geólogos alemanes han visitado la cueva y efectuado diversas pruebas
científicas, llegando a la conclusión de que no existe en la imagen
el menor fragmento de pintura; en los orificios efectuados en la
laja, descubrieron que la imagen con todos sus colores penetraba en
la roca varios milímetros.
El
16 de septiembre de 1754, fray Juan de Villafuerte celebró la
primera misa en una capilla de madera y paja que duiró 40 años. En
1794, se construyó otra de ladrillo y cal.
A
mediados del siglo XIX se erigió el primer santuario, que muy pronto
quedó pequeño por la gran afluencia de peregrinos, y en 1899 surgió
la idea de un gran templo especialmente diseñado sobre el abismo del
río Guáitara.
Por
la inestabilidad política del país, el proyecto no se llevó a
efecto hasta el 1 de enero del año 1916, fecha en la que se puso la
primera piedra del actual santuario, que fue terminado en
agosto de 1949. El templo tiene 100 metros de altura; el puente 50
metros de alto, 17 de ancho y 20 de largo.
Ntra.
Sra de Las Lajas fue coronada conónicamente el 15 de septiembre de
1952 y en 1954 la Santa Sede le concedió el titulo de Basílica
Menor.
En
1984 el Gobierno colombiano declaró al monumento parte del
Patrimonio Cultural del País y en el 2006, Bien de Interés Cultural
de Carácter Nacional.
Está
situado en la Cordillera de los Andes, a 7 kms del pueblo de Ipiales.
En
lo religioso, es atendido por el capellán y los sacerdotes adscritos
al santuario; en lo doméstico y pastoral, por dos comunidades de
religiosas Franciscanas de María, una colombiana y otra ecuatoriana.
Nuestra señora de Las Lajas es símbolo de paz y unión entre ambos
pueblos.
El
peregrinaje de fieles es permanente, y se incrementa muy notablemente
los días 15 y 16 de septiembre, millares de peregrinos se acercan al
santuario para venerar a la Madre de Dios.
(1)
María Meneses de Quiñones, vive en Potosí y trabaja en Ipiales
para la familia Torresano.
(2)
Piedras planas y lisas.
(3)
Pedro Bedón fue el Superior Provincial de los dominicos entre 1618 y
1621, pintor y misionero infatigable de estas tierras.
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