TRISTE ES LA SOLEDAD, ALEGRE LA COMPAÑÍA; LA TUYA SERÁ PERFECTA SI TE ACOMPAÑA MARÍA.

miércoles, 29 de enero de 2014

67.- LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA


Así como el agricultor separa el trigo de la paga, el cristiano devoto de la Virgen María debe separar las verdaderas de las falsas devociones, unas para abrazarlas y otras para evitarlas. Paso a enumerar lo que se considera un falso o un verdadero devoto.
Los falsos devotos
Los especialistas en Mariología dicen que hay siete clases de devotos falsos, a saber: críticos, escrupulosos, exteriores, presuntuosos, inconstantes e interesados. 

Críticos: Sabios engreídos, pagados de sí mismos que profesan alguna devoción a la Virgen María, pero critican casi todas las devociones de la gente sencilla. Les acusan de idolatría, de adorar las imágenes de la Virgen, de creer cuentos e historias acerca de la misma.
Con el pretexto de desterrar los posibles abusos, estos falsos devotos hacen un gran daño al pueblo sencillo.

Escrupulosos: Son los que temen deshonrar al Hijo si honran a la Madre. Dicen que “hay recurrir solamente a Jesucristo, pues Él es el único mediador ante el Padre. ¿De qué sirven tantos Rosarios, tantas Congregaciones y devociones a la Virgen? Todo es un cúmulo de ignorancia que ridiculiza nuestra religión”.
Lo que dicen es verdad en cierto sentido. Es un lazo sutil, so pretexto de un bien mayor. Porque, si se honra a la Madre es para honrar más perfectamente al Hijo, si se acude a Ella es para encontrar más fácilmente el camino que no lleve a Jesús. Los verdaderos devotos de la Virgen María decimos: “María, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”.

Los exteriores: Toda su devoción se reduce a prácticas externas, carentes de espíritu interior. Rezan muchos Rosarios, pero atropelladamente. Oyen muchas Misas, pero sin atención. Se inscriben en las cofradías marianas, pero sin enmendar su vida, sin imitar las virtudes de la Virgen María. Todo es sensible y pura rutina.

Los presuntuosos: Bajo el nombre de cristianos devotos de la Santísima Virgen, esconden todo tipo de vicios y pasiones, sin hacer nada para corregirse, confiando en que Dios les perdonará  porque rezan el Rosario, pertenecen a una cofradía mariana o llevan colgada al cuello la medalla de la Virgen.
¿Cómo puede decir, de verdad, que ama y honra a la Santísima Virgen el que lleva una vida llena de pecados y no hace nada por enmendarse? Es una hipocresía encubrir bajo el manto de la devoción a la Virgen una vida llena de vicios y costumbres pecaminosas. María ayuda a los que se dejan ayudar, a los humildes y sinceros de corazón, a los que reconocen sus debilidades y ponen todas sus fuerzas para cambiar de vida. Para ser devoto de la Santísima Virgen no es preciso ser santo, basta con ser un pecador arrepentido.

Los inconstantes: Los que cambian como la luna, honran a la Virgen a intervalos, según el humor de cada día.
La fidelidad y la constancia son esenciales en la devoción a la Santísima Virgen. Más vale no cargarse con tantas oraciones y prácticas  y hacer menos, pero con amor y fidelidad.

Los interesados: Los que sólo acuden a María para pedirle algún favor y después no se acuerdan de Ella.

La verdadera devoción
La verdadera devoción debe tener estas cualidades: Ser interior, tierna, santa, constante y desinteresada.

Interior, es decir, procede del espíritu y del corazón, de la estima y de la alta idea que tenemos de Ella y del amor que le profesamos.

Tierna, es decir, llena de confianza, como la que tiene un niño con su madre. Esta ternura y confianza hacen que se recurra a la Madre en las necesidades materiales y espirituales e implore su ayuda y protección, en todo lugar, tiempo y circunstancia.

Santa: No es que te exija ser santo, sino que te lleva a imitar las virtudes de la Santísima Virgen María.

Constante: Consolida en la práctica de la virtud, de la honradez y del bien. Hace que no la abandones. Anima a seguir en la lucha de cada día por instaurar los valores del Reino de Jesús. Si caes, ayuda a levantarte y proseguir en la senda del bien, sin desanimarte.

Desinteresada: El verdadero devoto ama a la Virgen María no por los favores recibidos o que espera recibir, sino porque Ella es la Madre biológica de Jesús, la Madre espiritual de todos los creyentes en su Hijo y “la llena de gracia”. El verdadero devoto agradece los favores recibidos, pero no es tal por espíritu de lucro o interés personal alguno, sino porque ama a María y en Ella y a través de Ella ama a Jesús.

¡Ojalá este artículo sirva para aumentar el número de los verdaderos devotos de la Santísima Virgen María! ¡Ojalá que tú, amable lector, seas uno de ellos!

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