TRISTE ES LA SOLEDAD, ALEGRE LA COMPAÑÍA; LA TUYA SERÁ PERFECTA SI TE ACOMPAÑA MARÍA.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

2.- PRESENCIA DE MARÍA EN EL MISTERIO DE CRISTO

Como el misterio de Cristo es uno y no lo podemos abordar en partes; lo haremos bajo diversos aspectos: el histórico, el salvífico y el eclesial.
1º.- Aspecto histórico
Comprende los hechos de la vida de Jesús, en los se revela como Hijo de Dios y Salvador de los hombres.
Estos hechos fueron testimoniados por sus apóstoles y seguidores que los transmitieron a la posteridad como fundamento de la fe. Leemos en el evangelio de San Juan: “ Jesús realizó en presencia de sus discípulos otras muchas señales, que no están escritas en este libro. Estas lo han sido para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y para que, creyendo, tengáis vida en vosotros”. (Jn 20, 30s)
Los acontecimientos de la vida de Jesús son un trampolín que, a través de la fe, lanza a la manifestación de Jesús como Salvador de los hombres, revelador del amor del Padre e Hijo de Dios. Los hechos históricos impulsan al conocimiento de la verdad revelada.

¿Cómo está María integrada en el aspecto histórico?
La historia de Jesús comienza con la encarnación del Verbo de Dios en las entrañas de una doncella, Maria, que con su SI quedó, para siempre asociada a la historia de su hijo. María, en cuanto mujer, es la garantía de que hubo una verdadera encarnación, pues fue su carne de mujer la que tomó el Verbo para hacerse hombre.
María forma parte del misterio de Jesús porque Él se nos reveló a través de ella, vino a nosotros a través de ella. María recibe toda su luz del misterio obrado en su seno; la conexión entre María y el misterio de Cristo es tan grande y tan íntima que sólo en función de Cristo encarnado se puede llegar a la comprensión de María.
Por esto, la reflexión teológica sobre María no puede terminar en su persona, sino que debe prolongarse hasta descubrir la presencia de Cristo, al que está subordinada en el plano de la salvación.
María es parte integrante del misterio de la encarnación de tal forma que, para reflexionar sobre la encarnación, hay que hacerlo sobre María y, viceversa, reflexionar sobre María lleva inevitablemente a hacerlo sobre la encarnación. El misterio de Cristo es ininteligible sin María.

Aspecto salvífico
Hablar de la salvación del hombre es hablar de la redención obrada por Jesús que hace posible dicha salvación. La redención la podemos contemplar objetiva y subjetivamente.

Redención objetiva
 Es la obra de Cristo que posibilita a los hombres la liberación del pecado y la filiación divina. Es una oferta que Dios hace a cada hombre y que éste puede hacer suya. Se llama objetiva porque la oferta está fuera del hombre.

Redención subjetiva
 Es la apropiación por parte del hombre, mediante la fe, de la redención objetiva. El ser humano, por su fe, dice Sí a la oferta de Dios. Por la redención subjetiva se perdonan los pecados y el hombre es, realmente, hijo adoptivo de Dios.

¿Cómo está María presente en la redención objetiva?
Ya hemos dicho y lo repetimos ahora que no se puede admitir ninguna mediación humana que complete la redención de Cristo o que sea independiente de ésta. Todo mediados y toda mediación humana están subordinados a la mediación de Cristo, de tal manera que todo su valor de mediación depende única y exclusivamente de los méritos de Cristo, que es el único mediador ante el Padre.
Lo afirma, sin rodeos, el Concilio Vaticano II: “Todo el influjo salvífico de la Santísima Virgen a favor de los hombres no es exigido por ninguna necesidad ineludible, sino que nace del divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo; se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de la misma nace todo su poder y, lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta” (Lumen Gentium 60)

¿Cómo influyó María en la redención objetiva?
San Lucas concluye el acontecimiento de la anunciación con la aceptación de María (Lc 1, 26-38) “Hágase en mí según tu palabra”. Esto quiere decir que Dios esperó el sí de María para realizar la encarnación; que María, con su sí, influyó en que se produjera la redención.
El hecho de la encarnación pertenece a la redención objetiva. Por tanto, María influyó en la redención objetiva tanto cuanto lo hizo en la encarnación.

¿Cómo está María presente en la redención subjetiva?
La presencia de María en la redención subjetiva es por ser la madre espiritual de los miembros de Cristo. “María es verdaderamente madre de los miembros de Cristo por haber cooperado con su amor a que naciesen en la Iglesia como fieles, que son miembros de aquella cabeza” (LG 53)
María es la madre que intercede por los miembros de Cristo para obtenerles los dones de la salvación. “María, asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que, con su múltiple intercesión, continúa obteniéndoles los dones de la salvación eterna. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligro y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada” (LG 62)

María es la figura y el modelo del cristiano
María es la perfecta discípula de Cristo, que acogió con generosidad la palabra de Dios y la llevó al más perfecto cumplimiento. Ser cristiano es aceptar a Dios, llevarlo en el corazón por medio del Espíritu y darlo a los hombres, María fue santificada desde el principio de su ser como persona, ella es la plenitud del Espíritu que santifica a los hombres y les otorga el derecho de llamarse sus hijos.

2º.- Aspecto eclesial
El misterio de Cristo sigue presente en la historia por medio de la Iglesia, ella debe transmitir y hacer asequible a todos los hombres el mensaje salvador de Cristo. “La realidad de la Iglesia no se agota en su estructura jerárquica, en su liturgia, en sus sacramentos, ni en su ordenamiento jurídico. Su esencia íntima, su principal fuente de eficacia santificadora ha de buscarse en su íntima y vital unión con Cristo” (Pablo VI. Discurso de cierre de la 3ª sesión del Concilio Vaticano II)
María es la realización más acabada de la esencia de la Iglesia por su perfecta unión con su Hijo. Se puede afirmar que conocemos a la Iglesia en la medida que conocemos a María, ya que el conocimiento de la verdadera doctrina católica sobre María será siempre la llave de la comprensión del misterio de Cristo y de la Iglesia” (ibidem)

Relación de María con la Iglesia, según el C. Vaticano II
María es un miembro de la Iglesia, redimido de una manera sublime; es un miembro singular, excepcional e irrepetible. Su unión con Cristo es tal que “es la parte mejor, la parte principal y la más selecta de la Iglesia”.
La maternidad de María, engendrando a Cristo en su seno, es figura de la maternidad de la Iglesia que engendra a los miembros de su Cuerpo místico.
María es el prototipo de la Iglesia por su fe, su caridad y su unión con Cristo, ella realiza en sí misma cuanto los seguidores de su Hijo pueden desear como meta del compromiso cristiano.
María es ejemplo de la santidad de la Iglesia. “La Iglesia ya llegó a la perfección en este miembro ejemplar. Los demás fieles aún debemos esforzarnos para crecer en la santidad y por eso levantamos los ojos a María, que brilla ente toda la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes” (LG 65)
María es la Madre de la Iglesia. “ Proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el Pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores, que la llaman Madre amorosa, y queremos que, de ahora en adelante, sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título” (Pablo VI, 21 de noviembre de 1964, en la clausura de la 3ª sesión del C. Vaticano II) (Grandes aplausos refrendaron la declaración pontificia)
María es consuelo y ayuda para todos en las dificultades del camino. Bien lo saben todos sus devotos que, diariamente, se encomiendan a su protección maternal. Son incontables las gracias y favores, de todo tipo, obtenidos por intercesión de María, en todos los tiempos y en todos los lugares. Se puede decir que allí donde haya un necesidad, allí está María para cooperar a su solución de la mejor manera posible, aunque no siempre lo entendamos.
María es signo de esperanza para el pueblo peregrinante. María, asunta al Padre, muestra en su persona la meta definitiva de la Iglesia: la glorificación de todos los redimidos junto a Cristo Redentor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario