Texto: “Salió de allí y vino a su patria, siguiéndole sus discípulos. Llegado el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga; y la muchedumbre que le oía se maravillaba, diciendo: ¿De dónde le vienen a éste tales cosas, qué sabiduría es ésta que le ha sido dada, cómo se hacen por su mano tales milagros? ¿No es, acaso, el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí, entre nosotros? Y se escandalizaban de El”.
EL HIJO DE MARÍA
En este texto de San Marcos hay que señalar dos cuestiones importantes relacionadas con María: la expresión el hijo de María y la mención a los hermanos de Jesús.
Para interpretar la expresión “el hijo de María” hay que comparar los textos paralelos de los cuatro evangelios:
Mc 6,3: ¿No es éste el carpintero, el hijo de María?
Mt 13,55: ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María?.
Lc 4,22: ¿No es éste el hijo de José?
Jn 6,42: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre conocemos?
A la vista de estos textos, viene a la mente una pregunta muy interesante: ¿Por qué en Marcos falta la mención al padre de Jesús? ¿Por qué Marcos emplea la expresión “hijo de María”, único caso en todo el Nuevo Testamento? La expresión de Marcos llama poderosamente la atención, porque sabemos que la costumbre judía era designar al hijo por el nombre del padre; tenemos varios ejemplos en los evangelios: Simón, hijo de Jonás (Mt 16,17); Simón, hijo de Juan (Jn 21.15); Santiago y Juan, hijos de Zebedeo (Mc 10,35); Bartimeo, hijo de Timeo (Mc 10,46).
1ª Jesús, ¿hijo ilegítimo?
Jesús sería hijo de madre soltera o el fruto de un adulterio, ya que existían dudas sobre su padre.
El Talmud se hace eco de esta interpretación, con clara intención ofensiva, llama a Jesús Benpantera (hijo de Pantera). Pantera es el nombre común de los legionarios romanos, que, con el tiempo, se convirtió en nombre propio. Avala esta interpretación un principio legal judío, según al cual al hijo ilegítimo, al bastardo que no tiene padre conocido, se le ha de poner el nombre de la madre.
Esta interpretación es totalmente inverosímil por dos razones:
a) Porque la calumnia recogida en el Talmud no surgió en tiempos de Jesús, a quien todo el mundo tenía por hijo de José (Lc 3,23). La calumnia nace en el seno de la polémica judía anticristiana de los primeros siglos. El Talmud es una colección de textos del judaísmo tardío, escritos a lo largo de los cinco primeros siglos de nuestra era.
Esta calumnia fue rechazada por Orígenes, teólogo y sacerdote cristiano (184-253), citado en PG 11,72; y también por Eusebio, obispo de Cesarea (263-339) PG 22,1136.
b) Esta interpretación no aclara por qué los otros tres evangelios hablan del “hijo de José”. ¿Cómo se puede explicar que Jesús sea hijo de madre soltera o fruto de un adulterio y que los otros tres evangelistas le llamen “hijo de José?
2ª Jesús, huérfano de padre.
Los aldeanos señalan a los parientes de Jesús que viven en Nazaret, pero no lo hacen con José porque ya había fallecido. En Lc 7,12, se identifica a un fallecido como “hijo único de su madre, la cual era viuda”.
Esta interpretación es inverificable y deja sin explicar por qué los otros evangelios dicen “hijo de José”, habiendo sido escritos por la misma época o más tarde.
3ª Jesús. “el chico de María”.
En lenguaje coloquial serán equivalente las expresiones hijo de María y chico de María.
No parece correcto interpretar con un giro coloquial un pasaje en el que los parientes de Jesús, incluída su madre, muestran su incomprensión del mensaje de Jesús.
La vida de la Sagrada Familia en Nazaret.
La escena completa, tal como la narran los cuatro evangelios, es un relato breve de la vida social de la familia en Nazaret.
Durante muchos años, unos veintisiete, ni José, ni María, ni Jesús han llamado la atención de sus paisanos. Es una familia sin letras y sin influencias. José es un humilde carpintero y María, en su papel de esposa y madre, lleva la vida dura y monótona de las faenas del hogar. Ella es la que hace que no falte el agua, el pan y el vestido; va a la fuente, amasa la harina y teje las túnicas.
María vive en su carne el misterio de Cristo, escondido, que trabaja con su padre. Ni María ni José laman en nada la atención de sus paisanos. Ellos conforman una familia sencilla, humilde y trabajadora; por eso, sus paisanos se admiran de la sabiduría de Jesús, considerando que es imposible que la haya recibido de sus padres.
María, en su vida vulgar y anónima, cumple, sin plena conciencia pero con profunda fe y docilidad al Espíritu, los designios del Padre. Toda la grandeza está en su interior, en su fe y en el amor con que impregna todas sus acciones. Lo que se ve es anodino, porque la joya está escondida.
María vive, en el anonimato de una familia sin relieve social, los valores que instaura el Reino que después predicará su Hijo. Ella, la criatura más excelsa de la creación, desempeña su papel, único e irrepetible, en la Historia de la salvación y lo hace en medio de un pueblo de corazón rebelde y contumaz (Jer 5,23), del que nada bueno puede esperarse. Dios ha enmarcado la joya más valiosa en un marco vulgar. Verdaderamente, los designios de Dios son inescrutables y sus caminos no son los caminos de los hombres.
MARIA EN HECHOS 1,14.
TEXTO: “Todos perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María, la madre de Jesús y con los hermanos de ésta”-
¿Por qué San Lucas destaca de esta forma a María?
Si comparamos Lc 1,35, :“el Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo y será llamado Hijo de Dios” con Hch 1,8, : "recibiréis el poder del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta el extremo de la tierra”, advertiremos que hay un paralelismo en las dos bajadas del Espíritu Santo, sobre María, en la encarnación y sobre el colegio apostólico en Pentecostés.
El origen de Jesús, según la carne, y el nacimiento de la Iglesia son frutos de la acción trascendente del Espíritu. En ambas ocasiones María está presente y actúa como modelo de receptividad del Espíritu.
María es pura trasparencia del Espíritu. De El procede su santidad, su plenitud de gracia y la abundancia de sus dones. María es el sagrario del Espíritu. El templo de Dios, el arca de la nueva alianza. Su apertura reflexiva y orante al Espíritu la convierte en Madre de Jesús en la encarnación y en Madre de la Iglesia en Pentecostés.
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