Introducción: La figura de María es uno de los focos de divergencia entre los católicos y las restantes iglesias cristianas. Vamos a reflexionar sobre el lugar que ocupa María en la iglesia protestante, en el siguiente número haremos lo mismo con relación a la anglicana y ortodoxa.
Dada la diversidad de grupos o de iglesias protestantes, no es nada fácil expresar en unas cuantas líneas su pensamiento acerca de María.
La libertad de interpretación protestante y la carencia de un magisterio oficial, ya que no hay una cabeza visible como es el Papa en el mundo católico, son las causas de que sus opiniones sean múltiples, divergentes y contradictorias.
Concepto protestante del hombre
El Concepto protestante del hombre está viciado por el pesimismo luterano sobre la naturaleza humana. Según Lutero, fundador principal del protestantismo, el pecado original hirió de tal forma al hombre que quedó intrínsecamente corrompido, el hombre es pecador en todos sus actos y no puede librarse de esa corrupción mientras está en el cuerpo mortal.
Son las líneas maestras de su reflexión teológica y constituyen otros tantos puntos de fricción con la teología católica. Se les conoce con el apelativo de principios “sólo”, por ser ésa su primera palabra.
Sólo Dios: sólo Dios realiza gratuitamente la redención humana; por tanto, no puede haber ninguna colaboración de María ni de ningún otro ser humano.
Sólo Cristo: Él es el único Mediador entre Dios y el hombre; en consecuencia, no se pueden admitir otros mediadores, aunque sean secundarios o subordinados.
Sólo la gracia: En el hombre todo lo hace la gracia de Dios; el ser humano no tiene ninguna capacidad de merecer, ni de impetrar; es inútil invocar a los santos en nuestro favor, ellos nada pueden hacer por nosotros.
Sólo la fe: El hombre es justificado sólo por la fe, en virtud de los méritos de Cristo, mediante la no imputación extrínseca del pecado. El hombre, intrínsecamente corrompido, no puede nunca llegar a ser justo; pero, por su fe, puede ser declarado justo, así como un reo puede ser declarado inocente en un tribunal humano, aunque sea verdaderamente culpable.
Sólo la fe salva; y el hombre, ante Dios, sigue siendo culpable y sin ninguna capacidad de merecer, pero por su fe Dios le justifica y le declara oficialmente inocente. En este contexto, la intrínseca condición de pecador lleva al hombre a poner el acento en la gratuidad y en la exclusividad de la salvación por parte de Dios. Sólo Dios salva al hombre, éste sólo puede aportar su fe.
Sólo la Escritura: Para los protestantes, la Sda. Escritura es la única fuente de revelación, sólo en ella está contenida la Palabra de Dios. No existen otras fuentes por las que Dios se revele a los hombres; por tanto, no lo son ni la Tradición ni el Magisterio de la Iglesia católica. Se deben rechazar, por infundados, todos los dogmas o verdades marianas que no están explícitamente afirmadas en la Sda. Escritura y la Iglesia católica carece de poder para imponerlas como verdades de fe.
Para los católicos, la verdad revelada se encuentra no sólo en la Sda. Escritura sino también en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia.
Hay que recordar que las Escrituras, como documentos escritos, no hacen más que reflejar las tradiciones orales, lo que de palabra enseñó Jesús y, posteriormente, sus apóstoles y discípulos.
Hay que recordar que las Escrituras, como documentos escritos, no hacen más que reflejar las tradiciones orales, lo que de palabra enseñó Jesús y, posteriormente, sus apóstoles y discípulos.
Aplicación de los principios protestantes a la Mariología católica
Los títulos que se otorgan a María de corredentora, mediadora y colaboradora chocan frontalmente con el principio de “Sólo Cristo”. María fue redimida como todos los demás y, por tanto, no se puede admitir su colaboración positiva en la obra de la redención.
La Mariología católica choca con el principio “Sólo la Escritura”, porque es fruto de la Tradición de la Iglesia, así el Magisterio ha incluido como verdades reveladas la Inmaculada Concepción y la Asunción de María, que no están explícitamente contenidas en la Sda. Escritura.
No puede aplicarse a María el título de Madre de la Iglesia porque ella no influyó ni influye en la redención, ya se considere objetiva o subjetivamente. Lutero admitía la primera parte del Avemaría, pero rechazó enérgicamente la segunda porque en ella se invoca a María para que interceda por nosotros.
La Mariología católica es símbolo de la teología de la cooperación humana y choca frontalmente con los principios de “Sólo Dios, sólo Cristo y sólo la gracia”. El hombre, intrínsecamente corrompido por el pecado original, no tiene ninguna capacidad de cooperar a la gracia de Dios, ni de merecer; todo es don gratuito de Dios.
Uno de los mayores teólogos protestantes de nuestro tiempo, Carlos Barth, afirma: “La Mariología es una excrecencia maligna, una rama parásita de la reflexión teológica”. Y añade: “Donde se venera a Maria, donde se desarrolla la doctrina mariana y la devoción correspondiente, no está la Iglesia de Cristo”. (Dogmatique, Vol I, tomo 2. pg 129 y 132)
La nueva corriente protestante:
Algunos teólogos protestantes modernos han revisado la postura de sus Iglesias respecto a María. Han constatado que, por haber abandonado el culto y la reflexión teológica sobre María, están en contradicción con su cacareada fidelidad a la revelación. Esta fidelidad es la esencia del protestantismo y no entienden que, estando María tan presente en la Sagrada Escritura, en los Padres de la Iglesia y en los Padres de la Reforma protestante, haya sido abandonado su estudio y su culto; por ello, proponen la vuelta a las fuentes.
Son opiniones particulares de dichos teólogos, carentes de representación de sus Iglesias, pero, sin duda, marcan una tendencia y tienden un puente para el diálogo ecuménico entre las diversas Iglesias cristianas.
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