En
el evangelio de Juan, María aparece en dos relatos: las bodas de
Caná y junto a la cruz de Jesús. Ambos relatos están encuadrados
en “la
hora de Jesús”, y
en ambos se repiten los términos “mujer”
y “madre de Jesús”,
lo que parece indicar que San Juan los considera complementarios.
Las
bodas de Caná (Jn 2, 1-11).El
relato se sitúa al final de una semana de apostolado para presentar
a Jesús: Se desvela la personalidad divino – humana de Cristo (1,
18); primer testimonio de Juan el Bautista (1, 19 –28); segundo
testimonio (1, 29 – 34); tercer testimonio y vocación de los
primeros discípulos (1, 35 – 42), vocación de Felipe y Natanael
(1, 43 – 51) y las bodas de Caná (2, 1-11)
La
súplica de María: “No
tienen vino”.
¿Por
qué se dirige María a Jesús?. Él tampoco tenía vino ni dinero
para comprarlo; sabemos la penuria que le acompañó durante su vida.
Esto nos lleva a pensar que María tiene conciencia de que Jesús
puede "hacer algo” y le
suplica que use su poder para evitar el bochorno de los esposos.
La
respuesta de Jesús: “Mujer ¿qué nos va a mí y a ti?
Todavía no ha llegado mi hora”.
¿Por
qué la emplea Jesús la palabra “mujer”?
Es
algo sorprendente, ya que los judíos no usaban esta palabra para
designar a la madre, sino el término arameo Inma. San
Juan pone también, en labios de Jesús agonizante, la
palabra “mujer”, lo que
aumenta la extrañeza, pero que da pie a pensar que lo hace
intencionadamente para establecer el puente de unión entre ambas
escenas de la vida de Jesús.
Con
la palabra “mujer” Jesús
querría indicar que la relación biológica entre la madre y el hijo
pasa a segundo término, situando a María en un plano que trasciende
el puramente familiar. Éste sería el plano universal y
representativo de María.
María
ha estado, durante treinta años, en su papel de madre biológica; en
el momento de las bodas de Caná, Jesús la invita a prepararse para
asumir un nuevo rol, para dejar en segundo término el plano de la
familia terrena y aceptar el plano de la familia espiritual,
trascendente y universal. De momento, María seguirá en la penumbra;
pero, cuando llegue la hora de Jesús, es decir, la hora de su
pasión, muerte y resurrección, Ella también tendrá su hora y, a
través del dolor, su misión de Madre espiritual brillará ante
todas las naciones con destellos imperecederos.
¿Qué
nos va a mí y a ti?
Algunos
han querido ver aquí una cierta oposición, durante la vida pública,
entre Jesús y María.
La
interpretación más conforme con parece ser ésta: “¿Qué
nos importa a nosotros este asunto?” El
distanciamiento no es entre la madre y el hijo sino de los dos con un
asunto que no les concierne. ¿Cuál? A primera vista, la falta de
vino. Pero la insistencia de María, hasta obtener el milagro, induce
a pensar que a Ella sí que le importaba el asunto. Tampoco en Jesús
hay una resistencia total, puesto que, hace el milagro.
Se
interpreta que Jesús invita a María a comprender los diferentes
planos de su actuación, el familiar y el ministerial. De hecho, con
este milagro empieza el plano ministerial de Jesús.
Esta
interpretación se refuerza con el empleo de la palabra “mujer” en
lugar de madre. El asunto del que debe desprenderse María pertenece
al plano familiar y María debe pasar del plano de la intimidad
familiar al plano de la salvación que inaugura el ministerio público
de Jesús, en las bodas de Caná.
“Todavía
no ha llegado mi hora”
¿Qué
entendemos por “la hora de Jesús? Una primera
interpretación sería la hora de empezar su ministerio público.
Ante el ruego de su madre, Jesús adelanta el comienzo de su
ministerio. Esta interpretación sencilla tiene una grave dificultad:
Juan dice, varias veces, en su evangelio, que no ha llegado la hora
de Jesús.
Por
ejemplo: “Buscaban para prenderle, pero nadie le ponía las
manos, porque
aún no había llegado su hora” (Jn 7,30).
“Jesús
les contestó: Ha
llegado la hora en
que el hijo del hombre será glorificado (8,20)
“Ahora
mi alma está turbada ¿Y qué diré? ¿Padre, líbrame
de esta hora? Mas
para esto he venido yo a esta hora” (8, 27)
“Antes
de la fiesta de , viendo
Jesús que llegaba su hora de
pasar de este mundo al Padre...” (13, 1)
“Levantando
sus ojos al cielo, dijo Jesús: Padre, llegó
la hora;
glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique” (17, 1)
Podemos
concluir que “la
hora de Jesús” es una expresión propia de San
Juan para indicar la pasión, muerte y resurrección de Jesús
consideradas como un solo acontecimiento en el que se manifiesta la
gloria de Jesús.
¿Qué
relación tiene el acontecimiento de la pasión, muerte y
resurrección con la boda de Caná?
En
Caná, Jesús quiere dar a entender a María que va a empezare su
vida pública, la cual le exige plena dedicación a las cosas del
Padre, que Ella debe permanecer en la penumbra hasta que llegue “la
hora”, es decir, el momento cumbre de la glorificación
en el dolor.
El
vino nuevo de la boda es el símbolo del amor de Jesús que derrama
su sangre como sello de la nueva alianza entre Dios y el hombre.
Cuando llegue esa hora tendrá María un puesto al lado de su hijo y
un puesto eminente en la nueva comunidad. El milagro de Caná está
orientado a la manifestación de la gloria de Jesús, cuyo fruto es
la constitución de la primera comunidad de creyentes.
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