TRISTE ES LA SOLEDAD, ALEGRE LA COMPAÑÍA; LA TUYA SERÁ PERFECTA SI TE ACOMPAÑA MARÍA.

sábado, 10 de septiembre de 2011

22.- LA MATERNIDAD DIVINA DE MARÍA

Introducción: Cuatro son las verdades reveladas sobre María que forman parte del patrimonio de fe de la Iglesia Católica: la maternidad divina, la Inmaculada Concepción, la virginidad perpetua y la Asunción a los cielos.
Para nuestro estudio nos serviremos de la historia de los dogmas y seguiremos los pasos de cada uno, desde las fuentes más antiguas hasta su manifestación definitiva.



La maternidad divina de María:
El dogma de la maternidad divina de María es un tema central de la Mariología. Es el que da sentido y hace comprensibles todas las verdades que la teología cristiana afirma de Ella.
“De la misión sublime de Madre de Dios parecen derivar, como de una fuente oculta y purísima, todos los privilegios y todas las gracias que adornan su alma” (Pío XII, Fulgens corona, AAS (1953) 580)

¿En qué sentido es María  Madre de Dios?
En sentido propio, como madre de un hijo que es Dios desde el primer momento de su concepción.
No lo es en sentido impropio, como madre de un hijo que, con el paso del tiempo, hubiese llegado a ser dios; igual que a una mujer se le llama “madre del rey”por ser madre del que, ya de mayor, es coronado rey.
La maternidad divina de María la podemos entender por analogía con la maternidad humana. La maternidad humana es la relación real y permanente de la madre con su hijo por haberle engendrado según su propia naturaleza humana. La maternidad divina será la relación real y permanente de María con Jesús, por haberle engendrado según su naturaleza humana.
María será Madre de Dios, en sentido propio, si verdaderamente ha engendrado y concebido a Dios, según su naturaleza humana.

¿Qué dice la Sagrada Escritura?
La Biblia en ningún lugar dice explícitamente que María sea Madre de Dios; lo que dice muchas veces es que María es la Madre de Jesús y que Jesús es el Verbo de Dios hecho carne en el seno de María. “Concebirás y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús” (Lc 1, 31). En la boda de Caná “estaba allí la madre de Jesús” (Lc 2,1). “Estaba junto a la cruz la Madre de Jesús” (Jn 19, 25)
¿Quién es este Jesús, hijo de María?
“El hijo engendrado será santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc 1, 35)“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14)“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Tomando la palabra Simón Pedro dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16) Pablo “se dio a predicar en las sinagogas diciendo que Jesús es el Hijo de Dios” (Hch 9,20) “El pontífice le dijo: Te conjuro por Dios vivo a que me digas si eres tú el Mesías, el Hijo de Dios. Díjole Jesús: Tú lo has dicho” (Mt 26, 63-64)
Podemos concluir con la Biblia: Jesús es el Hijo de Dios, María es la Madre de Jesús, luego María es Madre del Hijo de Dios.
Esta es la fe de la Iglesia, centro de la predicación apostólica, profesada desde el principio.

¿Qué dice la Tradición? Uno poco de historia de la Iglesia:
Los dos primeros siglos de nuestra era fueron años de intensas y crueles persecuciones contra los cristianos; desde Nerón, con su calumnia sobre el incendio de Roma, el año 64, hasta la conversión al cristianismo del emperador Constantino, el año 311, es incalculable el número de mártires cristianos.
La respuesta de los cristianos a la barbarie de la persecución fue una mayor profundización y una mayor vivencia de esa fe cristiana.
Como lógica consecuencia surgió una primera oleada de teólogos que reflexionaron sobre el mensaje cristiano: Ignacio de Antioquia, Ireneo de Lyón, Orígenes de Alejandría, Tertuliano y Cipriano de Cartago, por citar algunos.
Con la paz de Constantino la Iglesia se ligó al poder terrenal, acontecimiento de gran trascendencia en  su historia.
Con la libertad conquistada, tanto en oriente como en occidente, surgieron grandes teólogos que, al mismo tiempo, eran obispos de las diócesis más importantes: Atanasio, Basilio, Gregorio Nacianceno, Gregorio de Nisa, Cirilo de Jerusalén y Juan Crisóstomo, en oriente.
En occidente: Ambrosio de Milán, Agustín de Hipona y Jerónimo de Belén. La vida de estos hombres estaba tan en armonía con la doctrina que predicaban que todos son venerados como santos.
En el tema que nos ocupa, la maternidad divina de María, Tradición y Magisterio están inseparablemente unidos.

¿Qué dice el Magisterio de la Iglesia?
Al mismo tiempo que los grandes teólogos, santos Padres de la Iglesia, surgieron también otros con doctrinas heréticas que los santos Padres y el Magisterio de la Iglesia desenmascararon y condenaron.
Los arrianos: Según ellos, “Cristo no es Dios, aunque sí una criatura de orden altísimo; el Hijo de Dios salió de la nada o de una substancia distinta de la del Padre”.Si Jesús no es Dios, María es la Madre de Jesús pero no la Madre de Dios.
Contra la herejía arriana reaccionaron los Padres de la Iglesia oriental, como San Ignacio de Antioquia, San Justino, San Ireneo de Lyon (de la Iglesia occidental) y Tertuliano, sin usar la expresión Madre de Dios, profesaron, con fórmulas claras, el contenido de la maternidad divina de María.
La palabra Theotokos (Madre de Dios) la emplea ya Alejandro de Alejandría por el año 312 y la repiten todos los santos Padres de la época.
San Gregorio Nacianceno explica maravillosamente esta doctrina, diciendo: “Si alguno dice que Santa María no es Madre de Dios, no tiene parte con la divinidad. Si alguno dice que Cristo ha pasado por la Virgen como por un canal sin haber sido formado en ella, divina y humanamente a la vez, divina porque sin hombre, humanamente porque, según las leyes de la concepción humana, está igualmente separado de Dios. Si alguno dice que se había formado ya un hombre, y después Dios se ha mezclado con él, es igualmente condenable. Porque eso no es afirmar la generación de Dios, sino eludirla. Si alguno introdujese la idea de dos hijos, uno de Dios y el otro de María, y no un solo y mismo hijo, ese se privaría de la filiación divina prometida a los que tienen una fe recta. Es verdad que hay dos naturalezas, Dios y hombre (este hombre tiene en efecto cuerpo y alma), pero no hay por ello dos hijos ni dos dioses”.
También en occidente San Ambrosio usó las expresiones “Madre de Dios” y “engendradora de Dios”.
La herejía arriana fue condenada por el primer concilio ecuménico de la Iglesia, celebrado en Nicea, el año 325 y por el Concilio de Constantinopla, el año 381. De estos dos concilios salió el Símbolo Niceno – Constantinopolitano, el credo que rezamos en las misas y que todavía sigue siendo común a todas las grandes Iglesias de oriente y de occidente.

La herejía nestoriana: Hacia el año 400, el obispo Nestorio dijo que “en Cristo había una persona humana junto a la persona divina del Hijo de Dios”.
Nestorio rechazaba el título de “Madre de Dios” aplicado a María porque no era madre de la persona divina; sólo aceptaba el título de “Madre de Cristo”, porque era la madre de la persona humana. Reconocía que en Cristo hay dos naturalezas, la divina y la humana, ambas perfectas, cada una de ellas con su propia persona.
San Cirilo de Alejandría y el tercer concilio ecuménico, reunido en Efeso, el año 431, condenaron esta doctrina afirmando que “el Verbo se hizo hombre al unirse en su persona a una carne animada por un alma racional”.
En Cristo, por tanto, no hay dos personas, una divina y otra humana, sino una sola persona divina con dos naturalezas, la divina por ser Hijo de Dios y la humana por ser hijo de María. El concilio de Efeso expresó inequívocamente este misterio de Cristo y dio a María el título de Theotokos, con gran júbilo de todo el pueblo cristiano.

La herejía monofisita de Eutiques
 En Cristo se fusionaron las dos naturalezas, la divina y la humana formando una única naturaleza; la humana dejó de existir cuando fue asumida por la persona divina del Hijo de Dios”.
Esta herejía fue condenada, el año 451, por el concilio de Calcedonia: “Siguiendo a los Santos Padres, enseñamos todos de común acuerdo que ha de confesarse a uno solo y mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo engendrado del Padre antes de los siglos, según la divinidad, y de María Virgen, Madre de Dios, según la humanidad”.

Contenido del dogma de la maternidad divina de María:
En Cristo hay dos naturalezas que suponen dos generaciones: la divina y la humana. La primera procede del Padre, desde toda la eternidad y en ella María no tiene parte alguna. Sólo en la generación humana tiene María la maternidad.
Por ser María  madre, no sólo de la naturaleza humana de Jesús, sino de la única persona divina engendrada de su propia carne, podemos decir, en sentido propio que María es Madre de Dios. En el fruto bendito del vientre de María no se da Dios sin hombre, ni hombre sin Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario