TRISTE ES LA SOLEDAD, ALEGRE LA COMPAÑÍA; LA TUYA SERÁ PERFECTA SI TE ACOMPAÑA MARÍA.

sábado, 10 de septiembre de 2011

30.- LA ASUNCIÓN DE MARÍA (II)


La definición dogmática: Pío XII, el 1 de Noviembre de 1950, proclamó solemnemente la Asunción de María: “Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue elevada a la gloria celestial en cuerpo y alma”. (Bula Munificentissimus Deus)
Desgranemos la definición frase a frase: 

"Proclamamos, declaramos y definimos"
Lo que hasta ese momento era una opinión piadosa, pasó a ser dogma de fe, es decir, una verdad del depósito de la fe entregado por Dios a su Iglesia; respaldado por el consenso universal del magisterio ordinario y proclamado por magisterio infalible.
La glorificación corporal de María no podía ser conocida por ninguna facultad humana con solas las fuerzas naturales. Aunque la Bula definitoria no lo precise, sí parece sugerir que se trata de una revelación implícita, puesto que enumera cinco verdades reveladas en las que implícitamente está contenida la Asunción de María. Son éstas:

1ª.- La Maternidad divina de María: 
La Sagrada Escritura nos presenta a la Madre de Dios unida estrechamente a su Hijo.. Por eso parece casi imposible figurársela separada de Cristo – si no con el alma, al menos con el cuerpo – después de esta vida. Ella le concibió, le dio a luz, lo alimentó con su leche, lo llevó en sus brazos y lo apretó junto a su pecho. Siendo nuestro Redentor Hijo de María y perfecto cumplidor de la ley divina, no podía dejar de honrar a su Padre eterno y también a su querida Madre. Por tanto, si podía darle el honor de preservarla inmune de la corrupción del sepulcro, debe creerse que realmente lo hizo”. (MD)

2ª.- La virginidad de María: 
“San Juan Damasceno, que sobresale entre todos como testigo eximio de esta tradición, considerando la Asunción corporal de María a la luz de sus demás privilegios, exclama con vigorosa elocuencia: “Era necesario que Aquella que en el parto había conservado intacta su virginidad, conservase también su cuerpo sin ninguna corrupción después de la muerte”.
De acuerdo con el pensamiento cristiano transmitido por los siglos pasados, exclama San Roberto Belarmino: ¿Quién podría creer que el arca de la santidad, la morada del Verbo, el templo del Espíritu haya caído? Me horroriza sólo de pensar que aquella carne virginal que engendró a Dios, le dio a luz, lo alimentó y lo llevó, se redujese a cenizas o fuese pasto de gusanos.
Y San Alfonso escribe: “Jesús preservó el cuerpo de María de la corrupción porque redundaba en deshonor suyo que se corrompiese aquella carne virginal de la que Él se había revestido”.(MD)

3ª.- La asociación de María con Cristo:Así como la resurrección de Cristo fue parte esencial y signo final de su victoria, así también para María la lucha común se concluirá con la glorificación de su cuerpo virginal”.(MD)

4ª.- La plenitud de gracia de María: Por estar, según el testimonio evangélico, llena de gracia y de bendición, muy por encima de todas las demás mujeres, no podía estar sujeta a la maldición dirigida a Adán: Eres polvo y en polvo te convertirás (Gen 3, 19) y por tanto le corresponde la Asunción corporal.

5ª.- La Inmaculada Concepción: “Dios no quiere conceder a los justos por ley general el pleno efecto de su victoria sobre la muerte, hasta que llegue el final de los tiempos. Por eso, también los cuerpos de los justos se deshacen después de su muerte y sólo en el último día se reunirá cada uno con su propia alma gloriosa.
Dios quiso exceptuar a María de esta ley general. Ella, por un privilegio enteramente singular, venció al pecado con su Concepción inmaculada y por eso no estuvo sometida a la ley de la corrupción en el sepulcro ni tuvo que esperar hasta el fin del mundo la resurrección de su cuerpo”.(MD)

"La Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María"
 El sujeto de la Asunción es María, los títulos añadidos son las razones teológicas a favor de la Asunción.

"Cumplido el curso de su vida terrestre" 
Se redactó así la fórmula para no decidir la cuestión sobre si María murió o no, discutida por los teólogos. Por tanto, el dogma nada dice sobre la muerte corporal de María.

"Fue asunta a la gloria celestial" 
La conexión con la frase precedente indica que fue asunta sin esperar a la corrupción corporal. Asunta, mejor que elevada, para evitar todo lo que suene a desplazamiento local; ya que es un cambio de estado, no un cambio de lugar. María ya posee la condición existencial de la que disfrutarán todos los bienaventurados después de la resurrección de la carne.
"En cuerpo y alma" 
La Bula habla según una terminología antropológica dualista, pero no define esta concepción, sólo la emplea como forma de expresión para designar la totalidad del ser. Lo más específico del dogma de la Asunción se refiere a la condición corporal de María, es su cuerpo el que ha sido asociado a la gloria del alma por la resurrección anticipada.

Significación teológica de la Asunción de María:

María, imagen de la Iglesia futura.
La glorificación de María es la realización consumada de la esperanza cristiana. La Iglesia es una comunidad de salvación que vive en la esperanza de un futuro que ya se ha hecho presente para Cristo, su fundador, y para María, su miembro más singular.
María fue santa desde el principio y fue glorificada al final de su existencia terrena. En estos dogmas marianos se traduce el hecho de que Ella es la perfectamente redimida.
Los creyentes descubrimos en la glorificación de María el fruto más espléndido de la redención y la contemplamos como imagen de lo que todos ansiamos y esperamos.

María, signo de esperanza y consuelo
La glorificación de María da cumplida respuesta al interrogante fundamental de todo ser humano, ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Hacia dónde caminamos?
La Asunción de María descorre el velo del más allá y nos muestra en futuro de la humanidad en un destino eterno, una vez superados los afanes de esta vida, sus dolores y alegrías e, incluso, la muerte.
La Asunción de María muestra al ser humano en la cima de su exaltación. Buena vacuna contra los agoreros del horror y la desesperanza, que se ha convertido en un distintivo de nuestra sociedad de consumo.
El hombre, esclavo de sus deseos materialistas inmediatos, no traspasa el horizonte  de su egoísmo y se desmorona en su propio vacío. La Asunción de María descubre al ser humano su verdadero horizonte, le muestra el camino y le alienta para conseguirlo.





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