INTERPRETACIÓN TRADICIONAL DE LA CONCEPCIÓN VIRGINAL DE CRISTO
Interpretación tradicional: A lo esbozado en la reflexión anterior, añado:
Evangelio de San Mateo: “Jacob engendró a José, esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo” Mt 1,16. Es el final de la genealogía de Jesucristo (1,1-16), José, hijo de David (1,20), como esposo de María, transmite a Jesús el título y los derechos inherentes a los descendientes de Abraham y de David.
Notemos que, después de cada persona de la serie, San Mateo repite el verbo “engendró”. ¿Por qué no lo hace después de José? Lo lógico hubiese sido poner: “Jacob engendró a José y José engendró a Jesús”.
San Mateo es consciente de que Jesús no es hijo de varón y por tanto no usa la palabra “engendró”, cuando llegó a José. Es más, en su genealogía pretende probar que Jesús es el heredero de las promesas hechas a los patriarcas; así describe su descendencia en línea directa, mediante la paternidad de José.
Mateo es testigo fiel de dos cosas que, a simple vista, se excluyen mutuamente: La paternidad de José y la concepción virginal de Jesús.. Queda claro en su evangelio que José no tuvo parte en la concepción de Jesús, aunque estaba legalmente desposado con María; por otra parte, recoge el vaticinio de Isaías: “Una virgen concebirá y parirá un hijo..”
La concepción de Jesús por obra del Espíritu Santo indica que se trata de una concepción milagrosa, debida a una especial intervención de Dios. En todo el relato de Mateo está clara la intención de afirmar la concepción virginal de Jesús.
El desposorio legal
Entre los judíos bastaba la paternidad legal para considerarse descendiente de un antepasado. Jesús, insertado milagrosamente en la humanidad, es descendiente legítimo de David, mediante la paternidad legal de José.
La palabra “desposada”, según la opinión más común entre los santos Padres, se refiere a simples esponsales. Los judíos distinguían los esponsales y el matrimonio propiamente dicho. Dos jóvenes se consideraban desposados cuando se comprometían oficialmente a entregarse mutuamente con vistas al matrimonio, cuando el esposo recibiera en su casa a la desposada.
Los esponsales gozaban de unos derechos iguales a los del matrimonio; la desposada infiel era castigada con la lapidación y, si tenían hijos en el periodo de esponsales, eran legítimos, en todos los aspectos. Así se explica la primera reacción de José viendo a su desposada encinta y, también, la decisión de recibirla en su casa al comprobar que no había habido adulterio.
San Ignacio de Antioquía, a principios del siglo II, es el primero en dar testimonio de la concepción virginal de Jesús. Escribió camino del martirio: “El príncipe de este mundo ha ignorado la virginidad de María y su parto, lo mismo que la muerte del Señor. Tres misterios admirables que se cumplieron en el silencio”.
San Justino afirma reiteradamente la concepción virginal de Cristo. “Pues si María hubiere tenido relación carnal con alguno ya no sería virgen; pero vino sobre Ella la fuerza de Dios, la cubrió con su sombra e hizo que concibiera siendo virgen”.
San Ireneo: Nació en Oriente, fue discípulo de San Policarpo, quien, a su vez, lo había sido del apostol San Juan Evangelista, viajó por todo el mundo conocido y fue designado obispo de Lyón, en Francia. Es uno de los grandes teólogos de todos los tiempos y, por su trayectoria, testigo excepcional de la Tradición.
Escribió: ”La Iglesia esparcida por todo el mundo hasta los confines de la tierra recibió de los Apóstoles y sus discípulos aquella fe que confiesa un solo Dios verdadero, Padre omnipotente, que hizo el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos; un solo Jesucristo, Hijo de Dios, encarnado por nuestra salvación; y en el Espíritu Santo, que por los profetas anunció los designios de Dios y la venida y la generación de una virgen, y la pasión, y la resurrección de los muertos, y la ascensión en la carne a los cielos de nuestro querido Señor Jesucristo”.
San Ambrosio de Milán: “Encontraréis en Cristo muchas cosas naturales y otras muchas que superan la naturaleza. Siguiendo la condición natural ha sido formado en el seno de una mujer, alimentado por ella. Por encima de las leyes naturales, una virgen le ha concebido, una virgen le ha engendrado, para que vuestra fe crea en El y en Dios, que renueva la naturaleza humana”.
Son muchos los aspectos de Jesús que no pueden encuadrarse en lo que es común con los demás hombres. Son signos o señales en los que la humanidad queda, de alguna manera, traspasada por la divinidad.
En esos hechos se manifiesta la gloria de Dios y los que tienen disposición interior para captarla creen en Cristo. Lo excepcional en Jesús es revelación de su divinidad y puente para el asentimiernto de la fe. Entre estos hechos hay que incluir su concepción virginal, como un signo más puesto por Dios, para que lleguemos al conocimiento de Jesús como Hijo de Dios.
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